http://www.larepublica.com.pe/content/view/216469/481/
Jóvenes politizados
Por Antonio Zapata
Días atrás, invitado por el NDI, fui moderador de un debate político juvenil. Eran las juventudes de los partidos políticos, que congregados por el instituto de Jimmy Carter, se habían reunido para discutir sobre la pobreza. Estaban presentes cinco partidos: Acción Popular, el APRA, Partido Nacionalista, Partido Popular Cristiano y Partido Socialista. El público no era muy numeroso, alrededor de 100-150 personas cómodamente sentadas en el auditorio de la municipalidad de Pueblo Libre. Todos eran jóvenes y provenían de los más diversos sectores sociales. Los nacionalistas eran los únicos uniformados y también eran los más numerosos.
Me llamó la atención el predominio del enfoque doctrinario sobre el pragmático. No partían de la cruda realidad para elaborar sus ideas. Llegaban a ella, ubicando previamente su pensamiento en un marco doctrinario. En este terreno, las ventajas principales fueron del PPC y del PS, puesto que ambos poseen discursos con racionalidad universal. Los jóvenes socialistas aludían a la lucha de clases como realidad imperante en el mundo entero; del mismo modo, ellos expresaban objetivos de libertad y justicia cuyo atractivo reside precisamente en su validez global. En ese mismo sentido se movía el PPC. En efecto, los jóvenes socialcristianos citaban encíclicas del Papa para ordenar su planteamiento. Estas dos posturas eran las antitéticas de la reunión: la planificación versus el mercado. Ambos exhibían un valor que la juventud admira mucho: la coherencia, la capacidad de explicar el mundo entero a partir de un conjunto ordenado de ideas. Eran muchachos que aspiraban a concebir una catedral e imaginar su arquitectura conceptual.
Los jóvenes apristas no se habían tomado la actividad completamente en serio. Apenas había un grupo reducido. En ningún momento apareció el "perro del hortelano". La famosa elaboración política del presidente Alan García estaba ausente. Ni siquiera fue mencionada en las intervenciones previas de Iván Hidalgo y Pedro Francke. Empleando herramientas distintas y arribando a conclusiones también diferenciadas, ellos habían iniciado el debate con una discusión política sobre causas y caminos para superar la pobreza. El director del programa "Crecer" hizo un discurso técnico de los objetivos y actividades de los programas sociales del gobierno. Claro en su explicación y con manejo detallado del aparato del estado, el ingeniero Hidalgo expuso las actividades gubernamentales en la lucha contra la pobreza. Pero, del perro del hortelano nada.
Por su parte, el joven representante aprista tampoco empleó el concepto de García. Su discurso me pareció algo confuso. Mi interpretación fue que había decaído el tradicional buen manejo doctrinario de los jóvenes apristas. ¿Estarán complicados por las contradicciones entre su mensaje tradicional y la nueva ola introducida por el "perro del hortelano"? Puede ser que el discurso del "perro" no sea asumido del todo, pero tiene el peso suficiente para desarmar el viejo argumento aprista. Quizá me equivoco y la explicación puede hallarse en el hecho anotado que para el APRA era una actividad menor.
La única alianza notoria de la reunión fue de las izquierdas con el nacionalismo. A la hora de las preguntas, una joven se identificó como militante del PCP y junto al PS buscaron el entendimiento con los nacionalistas. Éstos representaban la masa de la reunión y la fuerza principal del auditorio. La lucha contra las causas estructurales de la pobreza fue el medio para la alianza de las izquierdas con el PNP. Los nacionalistas aceptaron esta invitación en un ambiente donde ningún otro grupo era capaz de armar una coalición. A diferencia de lo que ocurre en el Congreso, no percibí acercamiento alguno entre AP y el PNP. Me quedó claro que los jóvenes del foro intuían cómo irían agrupados en las próximas elecciones del 2011.
La reunión terminó en forma muy pacífica y tranquila. No hubo ninguna agresión y a lo más se escucharon algunas pullas graciosas. Estoy seguro de que este grupo no representa a la juventud en general. Pero sí a un sector decisivo: aquellos que tomarán algún día en sus manos el destino político del país. Mi apreciación es que tienen fuerza intelectual, interés y afán de protagonismo. Asimismo, disponen de capacidad para ubicarse políticamente y están aprendiendo qué tipo de Perú desean. Estamos advertidos, se nos viene una nueva generación de políticos. Bienvenidos.
jueves, 24 de abril de 2008
miércoles, 23 de abril de 2008
GEORGE W. BUSH ES EL PRESIDENTE MÁS IMPOPULAR DE LA HISTORIA DE LOS ESTADOS UNIDOS DE NORTEAMÉRICA
Estimados amigos de Eterna Lux, vaya nota informativa que nos llega desde el diario La Nación de Chile respecto a la completa impopularidad del actual Presidente de los Estados Unidos de Norteamérica. sobre todo relacionado con la INVASIÓN ILEGAL E ILEGÍTIMA A IRAK, VIOLANDO TODAS LAS CONVENCIONES Y LOS TRATADOS INTERNACIONALES DE LAS NACIONES UNIDAS, PASANDO POR ENCIMA DE LA JURISDICCIÓN DE SU AUTORIDAD Y ORDEN, lo que ahora es considerado sólo como un ERROR, lo que AFECTA en las presentes elecciones la IMAGEN DEL PARTIDO REPUBLICANO y su CONTINUIDAD DE POLÍTICA DE GUERRA DE LA MANO CON EL ACTUAL CANDIDATO REPUBLICANO JHON MC CAIN.
George W. Bush, el Presidente más impopular de la historia
El Presidente George W. Bush se convirtió en el más impopular de la historia de su país, aunque también había llegado a ser el más popular tras los atentados del 11-S.
El Presidente de Estados Unidos, George W. Bush, ha pasado a la historia, pero como él quisiera, sino por ser el Mandatario más impopular de la historia de su país, con niveles de desaprobación que rozan el 70%, según una encuesta elaborada por el Instituto Gallup y publicada ayer el diario USA Today.
El sondeo afirma que el 28% de los estadounidenses aprueba la gestión de Bush y el 69% la condena.
Estas cifras representan las más bajas de su mandato y superan las del ex Presidente Harry Truman, hasta ahora el más impopular, que durante la guerra de Corea obtuvo una desaprobación del 68%.
Además, un 63% de los estadounidenses juzga que la INVASIÓN A IRAK fue un ERROR, lo que bate una nueva marca negativa, luego que la aprobación a la guerra creciera levemente en los últimos meses de 2007.
La encuesta precisa que entre los demócratas, la mala opinión de Bush es universal (91% de desaprobación). Entre los republicanos, sólo el 32% le condena, mientras que el 66% está satisfecho. Entre los que se declaran independientes, el 23% le da su visto bueno, mientras que el 72% se declara descontento con el Presidente.
La MALA OPINIÓN sobre el Mandatario ha crecido a medida que el CLIMA ECONÓMICO se ha DETERIORADO en EEUU. El portavoz de la Casa Blanca, Scott Stanzel, aseguró que "el Presidente entiende que la guerra y la ralentización de la economía pese en la opinión pública, pero la situación en Irak está mejorando y la economía está a punto de recibir un impulso".
Saludos,
Dr. César Vill
George W. Bush, el Presidente más impopular de la historia
El Presidente George W. Bush se convirtió en el más impopular de la historia de su país, aunque también había llegado a ser el más popular tras los atentados del 11-S.
El Presidente de Estados Unidos, George W. Bush, ha pasado a la historia, pero como él quisiera, sino por ser el Mandatario más impopular de la historia de su país, con niveles de desaprobación que rozan el 70%, según una encuesta elaborada por el Instituto Gallup y publicada ayer el diario USA Today.
El sondeo afirma que el 28% de los estadounidenses aprueba la gestión de Bush y el 69% la condena.
Estas cifras representan las más bajas de su mandato y superan las del ex Presidente Harry Truman, hasta ahora el más impopular, que durante la guerra de Corea obtuvo una desaprobación del 68%.
Además, un 63% de los estadounidenses juzga que la INVASIÓN A IRAK fue un ERROR, lo que bate una nueva marca negativa, luego que la aprobación a la guerra creciera levemente en los últimos meses de 2007.
La encuesta precisa que entre los demócratas, la mala opinión de Bush es universal (91% de desaprobación). Entre los republicanos, sólo el 32% le condena, mientras que el 66% está satisfecho. Entre los que se declaran independientes, el 23% le da su visto bueno, mientras que el 72% se declara descontento con el Presidente.
La MALA OPINIÓN sobre el Mandatario ha crecido a medida que el CLIMA ECONÓMICO se ha DETERIORADO en EEUU. El portavoz de la Casa Blanca, Scott Stanzel, aseguró que "el Presidente entiende que la guerra y la ralentización de la economía pese en la opinión pública, pero la situación en Irak está mejorando y la economía está a punto de recibir un impulso".
Saludos,
Dr. César Vill
lunes, 21 de abril de 2008
DISCURSO DEL SANTO PADRE BENEDICTO XVI ANTE LA ASAMBLEA DE LAS NACIONES UNIDAS
Queridos AMIGOS DE ETERNA LUX:
Escuchaba a unos periodistas decir que Juan Pablo II de no haber sido Papa, hubiera sido un excelente actor y Benedicto XVI de no haber sido Papa, habria sido un excelente profesor
Lo cierto es que Juan Pablo II fue actor en su juventud y Benedicto XVI fue profesor universitario, uno con un enorme carisma y poder de persuasion y el otro poseedor de una gran intelectualidad, que en su discurso del dia viernes, refleja su poder de sintesis y dominio de la doctrina cristiana, sin duda un lujo.
Disfrutrenlo.
Atte,
Dr Vill.
Discurso de Benedicto XVI en la asamblea general de las Naciones Unidas
NUEVA YORK, viernes, 18 abril 2008 .- Publicamos el discurso que dirigió este viernes el Papa Benedicto XVI a los representantes de las naciones en el aula de la asamblea general de las Naciones Unidas.
* * *
Señor Presidente
Señoras y Señores
Al comenzar mi intervención en esta Asamblea, deseo ante todo expresarle a usted, Señor Presidente, mi sincera gratitud por sus amables palabras. Quiero agradecer también al Secretario General, el Señor Ban Ki-moon, por su invitación a visitar la Sede central de la Organización y por su cordial bienvenida. Saludo a los Embajadores y a los Diplomáticos de los Estados Miembros, así como a todos los presentes: a través de ustedes, saludo a los pueblos que representan aquí. Ellos esperan de esta Institución que lleve adelante la inspiración que condujo a su fundación, la de ser un «centro que armonice los esfuerzos de las Naciones por alcanzar los fines comunes», de la paz y el desarrollo (cf. Carta de las Naciones Unidas, art. 1.2-1.4). Como dijo el Papa Juan Pablo II en 1995, la Organización debería ser "centro moral, en el que todas las naciones del mundo se sientan como en su casa, desarrollando la conciencia común de ser, por así decir, una 'familia de naciones'" (Discurso ante la Asamblea General de las Naciones Unidas, Nueva York, 5 de octubre de 1995, 14).
A través de las Naciones Unidas, los Estados han establecido objetivos universales que, aunque no coincidan con el bien común total de la familia humana, representan sin duda una parte fundamental de este mismo bien. Los principios fundacionales de la Organización -el deseo de la paz, la búsqueda de la justicia, el respeto de la dignidad de la persona, la cooperación y la asistencia humanitaria- expresan las justas aspiraciones del espíritu humano y constituyen los ideales que deberían estar subyacentes en las relaciones internacionales. Como mis predecesores Pablo VI y Juan Pablo II han hecho notar desde esta misma tribuna, se trata de cuestiones que la Iglesia Católica y la Santa Sede siguen con atención e interés, pues ven en vuestra actividad un ejemplo de cómo los problemas y conflictos relativos a la comunidad mundial pueden estar sujetos a una reglamentación común. Las Naciones Unidas encarnan la aspiración a "un grado superior de ordenamiento internacional" Juan Pablo II, Sollicitudo rei socialis, 43), inspirado y gobernado por el principio de subsidiaridad y, por tanto, capaz de responder a las demandas de la familia humana mediante reglas internacionales vinculantes y estructuras capaces de armonizar el desarrollo cotidiano de la vida de los pueblos. Esto es más necesario aún en un tiempo en el que experimentamos la manifiesta paradoja de un consenso multilateral que sigue padeciendo una crisis a causa de su subordinación a las decisiones de unos pocos, mientras que los problemas del mundo exigen intervenciones conjuntas por parte de la comunidad internacional.
Ciertamente, cuestiones de seguridad, los objetivos del desarrollo, la reducción de las desigualdades locales y globales, la protección del entorno, de los recursos y del clima, requieren que todos los responsables internacionales actúen conjuntamente y demuestren una disponibilidad para actuar de buena fe, respetando la ley y promoviendo la solidaridad con las regiones más débiles del planeta. Pienso particularmente en aquellos Países de África y de otras partes del mundo que permanecen al margen de un auténtico desarrollo integral, y corren por tanto el riesgo de experimentar sólo los efectos negativos de la globalización. En el contexto de las relaciones internacionales, es necesario reconocer el papel superior que desempeñan las reglas y las estructuras intrínsecamente ordenadas a promover el bien común y, por tanto, a defender la libertad humana. Dichas reglas no limitan la libertad. Por el contrario, la promueven cuando prohíben comportamientos y actos que van contra el bien común, obstaculizan su realización efectiva y, por tanto, comprometen la dignidad de toda persona humana. En nombre de la libertad debe haber una correlación entre derechos y deberes, por la cual cada persona está llamada a asumir la responsabilidad de sus opciones, tomadas al entrar en relación con los otros. Aquí, nuestro pensamiento se dirige al modo en que a veces se han aplicado los resultados de los descubrimientos de la investigación científica y tecnológica. No obstante los enormes beneficios que la humanidad puede recabar de ellos, algunos aspectos de dicha aplicación representan una clara violación del orden de la creación, hasta el punto en que no solamente se contradice el carácter sagrado de la vida, sino que la persona humana misma y la familia se ven despojadas de su identidad natural. Del mismo modo, la acción internacional dirigida a preservar el entorno y a proteger las diversas formas de vida sobre la tierra no ha de garantizar solamente un empleo racional de la tecnología y de la ciencia, sino que debe redescubrir también la auténtica imagen de la creación. Esto nunca requiere optar entre ciencia y ética: se trata más bien de adoptar un método científico que respete realmente los imperativos éticos.
El reconocimiento de la unidad de la familia humana y la atención a la dignidad innata de cada hombre y mujer adquiere hoy un nuevo énfasis con el principio de la responsabilidad de proteger. Este principio ha sido definido sólo recientemente, pero ya estaba implícitamente presente en los orígenes de las Naciones Unidas y ahora se ha convertido cada vez más en una característica de la actividad de la Organización. Todo Estado tiene el deber primario de proteger a la propia población de violaciones graves y continuas de los derechos humanos, como también de las consecuencias de las crisis humanitarias, ya sean provocadas por la naturaleza o por el hombre. Si los Estados no son capaces de garantizar esta protección, la comunidad internacional ha de intervenir con los medios jurídicos previstos por la Carta de las Naciones Unidas y por otros instrumentos internacionales. La acción de la comunidad internacional y de sus instituciones, dando por sentado el respeto de los principios que están a la base del orden internacional, no tiene por qué ser interpretada nunca como una imposición injustificada y una limitación de soberanía. Al contrario, es la indiferencia o la falta de intervención lo que causa un daño real. Lo que se necesita es una búsqueda más profunda de los medios para prevenir y controlar los conflictos, explorando cualquier vía diplomática posible y prestando atención y estímulo también a las más tenues señales de diálogo o deseo de reconciliación.
El principio de la "responsabilidad de proteger" fue considerado por el antiguo ius gentium como el fundamento de toda actuación de los gobernadores hacia los gobernados: en tiempos en que se estaba desarrollando el concepto de Estados nacionales soberanos, el fraile dominico Francisco de Vitoria, calificado con razón como precursor de la idea de las Naciones Unidas, describió dicha responsabilidad como un aspecto de la razón natural compartida por todas las Naciones, y como el resultado de un orden internacional cuya tarea era regular las relaciones entre los pueblos. Hoy como entonces, este principio ha de hacer referencia a la idea de la persona como imagen del Creador, al deseo de una absoluta y esencial libertad. Como sabemos, la fundación de las Naciones Unidas coincidió con la profunda conmoción experimentada por la humanidad cuando se abandonó la referencia al sentido de la trascendencia y de la razón natural y, en consecuencia, se violaron gravemente la libertad y la dignidad del hombre. Cuando eso ocurre, los fundamentos objetivos de los valores que inspiran y gobiernan el orden internacional se ven amenazados, y minados en su base los principios inderogables e inviolables formulados y consolidados por las Naciones Unidas. Cuando se está ante nuevos e insistentes desafíos, es un error retroceder hacia un planteamiento pragmático, limitado a determinar "un terreno común", minimalista en los contenidos y débil en su efectividad.
La referencia a la dignidad humana, que es el fundamento y el objetivo de la responsabilidad de proteger, nos lleva al tema sobre el cual hemos sido invitados a centrarnos este año, en el que se cumple el 60° aniversario de la Declaración Universal de los Derechos del Hombre. El documento fue el resultado de una convergencia de tradiciones religiosas y culturales, todas ellas motivadas por el deseo común de poner a la persona humana en el corazón de las instituciones, leyes y actuaciones de la sociedad, y de considerar a la persona humana esencial para el mundo de la cultura, de la religión y de la ciencia. Los derechos humanos son presentados cada vez más como el lenguaje común y el sustrato ético de las relaciones internacionales. Al mismo tiempo, la universalidad, la indivisibilidad y la interdependencia de los derechos humanos sirven como garantía para la salvaguardia de la dignidad humana. Sin embargo, es evidente que los derechos reconocidos y enunciados en la Declaración se aplican a cada uno en virtud del origen común de la persona, la cual sigue siendo el punto más alto del designio creador de Dios para el mundo y la historia. Estos derechos se basan en la ley natural inscrita en el corazón del hombre y presente en las diferentes culturas y civilizaciones. Arrancar los derechos humanos de este contexto significaría restringir su ámbito y ceder a una concepción relativista, según la cual el sentido y la interpretación de los derechos podrían variar, negando su universalidad en nombre de los diferentes contextos culturales, políticos, sociales e incluso religiosos. Así pues, no se debe permitir que esta vasta variedad de puntos de vista oscurezca no sólo el hecho de que los derechos son universales, sino que también lo es la persona humana, sujeto de estos derechos.
La vida de la comunidad, tanto en el ámbito interior como en el internacional, muestra claramente cómo el respeto de los derechos y las garantías que se derivan de ellos son las medidas del bien común que sirven para valorar la relación entre justicia e injusticia, desarrollo y pobreza, seguridad y conflicto. La promoción de los derechos humanos sigue siendo la estrategia más eficaz para extirpar las desigualdades entre Países y grupos sociales, así como para aumentar la seguridad. Es cierto que las víctimas de la opresión y la desesperación, cuya dignidad humana se ve impunemente violada, pueden ceder fácilmente al impulso de la violencia y convertirse ellas mismas en transgresoras de la paz. Sin embargo, el bien común que los derechos humanos permiten conseguir no puede lograrse simplemente con la aplicación de procedimientos correctos ni tampoco a través de un simple equilibrio entre derechos contrapuestos. La Declaración Universal tiene el mérito de haber permitido confluir en un núcleo fundamental de valores y, por lo tanto, de derechos, a diferentes culturas, expresiones jurídicas y modelos institucionales. No obstante, hoy es preciso redoblar los esfuerzos ante las presiones para reinterpretar los fundamentos de la Declaración y comprometer con ello su íntima unidad, facilitando así su alejamiento de la protección de la dignidad humana para satisfacer meros intereses, con frecuencia particulares. La Declaración fue adoptada como un "ideal común" (preámbulo) y no puede ser aplicada por partes separadas, según tendencias u opciones selectivas que corren simplemente el riesgo de contradecir la unidad de la persona humana y por tanto la indivisibilidad de los derechos humanos.
La experiencia nos enseña que a menudo la legalidad prevalece sobre la justicia cuando la insistencia sobre los derechos humanos los hace aparecer como resultado exclusivo de medidas legislativas o decisiones normativas tomadas por las diversas agencias de los que están en el poder. Cuando se presentan simplemente en términos de legalidad, los derechos corren el riesgo de convertirse en proposiciones frágiles, separadas de la dimensión ética y racional, que es su fundamento y su fin. Por el contrario, la Declaración Universal ha reforzado la convicción de que el respeto de los derechos humanos está enraizado principalmente en la justicia que no cambia, sobre la cual se basa también la fuerza vinculante de las proclamaciones internacionales. Este aspecto se ve frecuentemente desatendido cuando se intenta privar a los derechos de su verdadera función en nombre de una mísera perspectiva utilitarista. Puesto que los derechos y los consiguientes deberes provienen naturalmente de la interacción humana, es fácil olvidar que son el fruto de un sentido común de la justicia, basado principalmente sobre la solidaridad entre los miembros de la sociedad y, por tanto, válidos para todos los tiempos y todos los pueblos. Esta intuición fue expresada ya muy pronto, en el siglo V, por Agustín de Hipona, uno de los maestros de nuestra herencia intelectual. Decía que la máxima no hagas a otros lo que no quieres que te hagan a ti "en modo alguno puede variar, por mucha que sea la diversidad de las naciones" (De doctrina christiana, III, 14). Por tanto, los derechos humanos han de ser respetados como expresión de justicia, y no simplemente porque pueden hacerse respetar mediante la voluntad de los legisladores.
Señoras y Señores,
con el transcurrir de la historia surgen situaciones nuevas y se intenta conectarlas a nuevos derechos. El discernimiento, es decir, la capacidad de distinguir el bien del mal, se hace más esencial en el contexto de exigencias que conciernen a la vida misma y al comportamiento de las personas, de las comunidades y de los pueblos. Al afrontar el tema de los derechos, puesto que en él están implicadas situaciones importantes y realidades profundas, el discernimiento es al mismo tiempo una virtud indispensable y fructuosa.
Así, el discernimiento muestra cómo el confiar de manera exclusiva a cada Estado, con sus leyes e instituciones, la responsabilidad última de conjugar las aspiraciones de personas, comunidades y pueblos enteros puede tener a veces consecuencias que excluyen la posibilidad de un orden social respetuoso de la dignidad y los derechos de la persona. Por otra parte, una visión de la vida enraizada firmemente en la dimensión religiosa puede ayudar a conseguir dichos fines, puesto que el reconocimiento del valor trascendente de todo hombre y toda mujer favorece la conversión del corazón, que lleva al compromiso de resistir a la violencia, al terrorismo y a la guerra, y de promover la justicia y la paz. Además, esto proporciona el contexto apropiado para ese diálogo interreligioso que las Naciones Unidas están llamadas a apoyar, del mismo modo que apoyan el diálogo en otros campos de la actividad humana. El diálogo debería ser reconocido como el medio a través del cual los diversos sectores de la sociedad pueden articular su propio punto de vista y construir el consenso sobre la verdad en relación a los valores u objetivos particulares. Pertenece a la naturaleza de las religiones, libremente practicadas, el que puedan entablar autónomamente un diálogo de pensamiento y de vida. Si también a este nivel la esfera religiosa se mantiene separada de la acción política, se producirán grandes beneficios para las personas y las comunidades. Por otra parte, las Naciones Unidas pueden contar con los resultados del diálogo entre las religiones y beneficiarse de la disponibilidad de los creyentes para poner sus propias experiencias al servicio del bien común. Su cometido es proponer una visión de la fe, no en términos de intolerancia, discriminación y conflicto, sino de total respeto de la verdad, la coexistencia, los derechos y la reconciliación.
Obviamente, los derechos humanos deben incluir el derecho a la libertad religiosa, entendido como expresión de una dimensión que es al mismo tiempo individual y comunitaria, una visión que manifiesta la unidad de la persona, aun distinguiendo claramente entre la dimensión de ciudadano y la de creyente. La actividad de las Naciones Unidas en los años recientes ha asegurado que el debate público ofrezca espacio a puntos de vista inspirados en una visión religiosa en todas sus dimensiones, incluyendo la de rito, culto, educación, difusión de informaciones, así como la libertad de profesar o elegir una religión. Es inconcebible, por tanto, que los creyentes tengan que suprimir una parte de sí mismos -su fe- para ser ciudadanos activos. Nunca debería ser necesario renegar de Dios para poder gozar de los propios derechos. Los derechos asociados con la religión necesitan protección sobre todo si se los considera en conflicto con la ideología secular predominante o con posiciones de una mayoría religiosa de naturaleza exclusiva. No se puede limitar la plena garantía de la libertad religiosa al libre ejercicio del culto, sino que se ha de tener en la debida consideración la dimensión pública de la religión y, por tanto, la posibilidad de que los creyentes contribuyan la construcción del orden social. A decir verdad, ya lo están haciendo, por ejemplo, a través de su implicación influyente y generosa en una amplia red de iniciativas, que van desde las universidades a las instituciones científicas, escuelas, centros de atención médica y a organizaciones caritativas al servicio de los más pobres y marginados. El rechazo a reconocer la contribución a la sociedad que está enraizada en la dimensión religiosa y en la búsqueda del Absoluto -expresión por su propia naturaleza de la comunión entre personas- privilegiaría efectivamente un planteamiento individualista y fragmentaría la unidad de la persona.
Mi presencia en esta Asamblea es una muestra de estima por las Naciones Unidas y es considerada como expresión de la esperanza en que la Organización sirva cada vez más como signo de unidad entre los Estados y como instrumento al servicio de toda la familia humana. Manifiesta también la voluntad de la Iglesia Católica de ofrecer su propia aportación a la construcción de relaciones internacionales en un modo en que se permita a cada persona y a cada pueblo percibir que son un elemento capaz de marcar la diferencia. Además, la Iglesia trabaja para obtener dichos objetivos a través de la actividad internacional de la Santa Sede, de manera coherente con la propia contribución en la esfera ética y moral y con la libre actividad de los propios fieles. Ciertamente, la Santa Sede ha tenido siempre un puesto en las asambleas de las Naciones, manifestando así el propio carácter específico en cuanto sujeto en el ámbito internacional. Como han confirmado recientemente las Naciones Unidas, la Santa Sede ofrece así su propia contribución según las disposiciones de la ley internacional, ayuda a definirla y a ella se remite.
Las Naciones Unidas siguen siendo un lugar privilegiado en el que la Iglesia está comprometida a llevar su propia experiencia "en humanidad", desarrollada a lo largo de los siglos entre pueblos de toda raza y cultura, y a ponerla a disposición de todos los miembros de la comunidad internacional. Esta experiencia y actividad, orientadas a obtener la libertad para todo creyente, intentan aumentar también la protección que se ofrece a los derechos de la persona. Dichos derechos están basados y plasmados en la naturaleza trascendente de la persona, que permite a hombres y mujeres recorrer su camino de fe y su búsqueda de Dios en este mundo. El reconocimiento de esta dimensión debe ser reforzado si queremos fomentar la esperanza de la humanidad en un mundo mejor, y crear condiciones propicias para la paz, el desarrollo, la cooperación y la garantía de los derechos de las generaciones futuras.
En mi reciente Encíclica Spe salvi, he subrayado "que la búsqueda, siempre nueva y fatigosa, de rectos ordenamientos para las realidades humanas es una tarea de cada generación" (n. 25). Para los cristianos, esta tarea está motivada por la esperanza que proviene de la obra salvadora de Jesucristo. Precisamente por eso la Iglesia se alegra de estar asociada con la actividad de esta ilustre Organización, a la cual está confiada la responsabilidad de promover la paz y la buena voluntad en todo el mundo. Queridos amigos, os doy las gracias por la oportunidad de dirigirme hoy a vosotros y prometo la ayuda de mis oraciones para el desarrollo de vuestra noble tarea.
Antes de despedirme de esta asamblea, deseo saludar a todas las naciones aquí representadas en las lenguas oficiales.
[En inglés, en francés, en español, en árabe, en chino y en ruso:]
Paz y prosperidad con la ayuda de Dios!
Gracias.
Escuchaba a unos periodistas decir que Juan Pablo II de no haber sido Papa, hubiera sido un excelente actor y Benedicto XVI de no haber sido Papa, habria sido un excelente profesor
Lo cierto es que Juan Pablo II fue actor en su juventud y Benedicto XVI fue profesor universitario, uno con un enorme carisma y poder de persuasion y el otro poseedor de una gran intelectualidad, que en su discurso del dia viernes, refleja su poder de sintesis y dominio de la doctrina cristiana, sin duda un lujo.
Disfrutrenlo.
Atte,
Dr Vill.
Discurso de Benedicto XVI en la asamblea general de las Naciones Unidas
NUEVA YORK, viernes, 18 abril 2008 .- Publicamos el discurso que dirigió este viernes el Papa Benedicto XVI a los representantes de las naciones en el aula de la asamblea general de las Naciones Unidas.
* * *
Señor Presidente
Señoras y Señores
Al comenzar mi intervención en esta Asamblea, deseo ante todo expresarle a usted, Señor Presidente, mi sincera gratitud por sus amables palabras. Quiero agradecer también al Secretario General, el Señor Ban Ki-moon, por su invitación a visitar la Sede central de la Organización y por su cordial bienvenida. Saludo a los Embajadores y a los Diplomáticos de los Estados Miembros, así como a todos los presentes: a través de ustedes, saludo a los pueblos que representan aquí. Ellos esperan de esta Institución que lleve adelante la inspiración que condujo a su fundación, la de ser un «centro que armonice los esfuerzos de las Naciones por alcanzar los fines comunes», de la paz y el desarrollo (cf. Carta de las Naciones Unidas, art. 1.2-1.4). Como dijo el Papa Juan Pablo II en 1995, la Organización debería ser "centro moral, en el que todas las naciones del mundo se sientan como en su casa, desarrollando la conciencia común de ser, por así decir, una 'familia de naciones'" (Discurso ante la Asamblea General de las Naciones Unidas, Nueva York, 5 de octubre de 1995, 14).
A través de las Naciones Unidas, los Estados han establecido objetivos universales que, aunque no coincidan con el bien común total de la familia humana, representan sin duda una parte fundamental de este mismo bien. Los principios fundacionales de la Organización -el deseo de la paz, la búsqueda de la justicia, el respeto de la dignidad de la persona, la cooperación y la asistencia humanitaria- expresan las justas aspiraciones del espíritu humano y constituyen los ideales que deberían estar subyacentes en las relaciones internacionales. Como mis predecesores Pablo VI y Juan Pablo II han hecho notar desde esta misma tribuna, se trata de cuestiones que la Iglesia Católica y la Santa Sede siguen con atención e interés, pues ven en vuestra actividad un ejemplo de cómo los problemas y conflictos relativos a la comunidad mundial pueden estar sujetos a una reglamentación común. Las Naciones Unidas encarnan la aspiración a "un grado superior de ordenamiento internacional" Juan Pablo II, Sollicitudo rei socialis, 43), inspirado y gobernado por el principio de subsidiaridad y, por tanto, capaz de responder a las demandas de la familia humana mediante reglas internacionales vinculantes y estructuras capaces de armonizar el desarrollo cotidiano de la vida de los pueblos. Esto es más necesario aún en un tiempo en el que experimentamos la manifiesta paradoja de un consenso multilateral que sigue padeciendo una crisis a causa de su subordinación a las decisiones de unos pocos, mientras que los problemas del mundo exigen intervenciones conjuntas por parte de la comunidad internacional.
Ciertamente, cuestiones de seguridad, los objetivos del desarrollo, la reducción de las desigualdades locales y globales, la protección del entorno, de los recursos y del clima, requieren que todos los responsables internacionales actúen conjuntamente y demuestren una disponibilidad para actuar de buena fe, respetando la ley y promoviendo la solidaridad con las regiones más débiles del planeta. Pienso particularmente en aquellos Países de África y de otras partes del mundo que permanecen al margen de un auténtico desarrollo integral, y corren por tanto el riesgo de experimentar sólo los efectos negativos de la globalización. En el contexto de las relaciones internacionales, es necesario reconocer el papel superior que desempeñan las reglas y las estructuras intrínsecamente ordenadas a promover el bien común y, por tanto, a defender la libertad humana. Dichas reglas no limitan la libertad. Por el contrario, la promueven cuando prohíben comportamientos y actos que van contra el bien común, obstaculizan su realización efectiva y, por tanto, comprometen la dignidad de toda persona humana. En nombre de la libertad debe haber una correlación entre derechos y deberes, por la cual cada persona está llamada a asumir la responsabilidad de sus opciones, tomadas al entrar en relación con los otros. Aquí, nuestro pensamiento se dirige al modo en que a veces se han aplicado los resultados de los descubrimientos de la investigación científica y tecnológica. No obstante los enormes beneficios que la humanidad puede recabar de ellos, algunos aspectos de dicha aplicación representan una clara violación del orden de la creación, hasta el punto en que no solamente se contradice el carácter sagrado de la vida, sino que la persona humana misma y la familia se ven despojadas de su identidad natural. Del mismo modo, la acción internacional dirigida a preservar el entorno y a proteger las diversas formas de vida sobre la tierra no ha de garantizar solamente un empleo racional de la tecnología y de la ciencia, sino que debe redescubrir también la auténtica imagen de la creación. Esto nunca requiere optar entre ciencia y ética: se trata más bien de adoptar un método científico que respete realmente los imperativos éticos.
El reconocimiento de la unidad de la familia humana y la atención a la dignidad innata de cada hombre y mujer adquiere hoy un nuevo énfasis con el principio de la responsabilidad de proteger. Este principio ha sido definido sólo recientemente, pero ya estaba implícitamente presente en los orígenes de las Naciones Unidas y ahora se ha convertido cada vez más en una característica de la actividad de la Organización. Todo Estado tiene el deber primario de proteger a la propia población de violaciones graves y continuas de los derechos humanos, como también de las consecuencias de las crisis humanitarias, ya sean provocadas por la naturaleza o por el hombre. Si los Estados no son capaces de garantizar esta protección, la comunidad internacional ha de intervenir con los medios jurídicos previstos por la Carta de las Naciones Unidas y por otros instrumentos internacionales. La acción de la comunidad internacional y de sus instituciones, dando por sentado el respeto de los principios que están a la base del orden internacional, no tiene por qué ser interpretada nunca como una imposición injustificada y una limitación de soberanía. Al contrario, es la indiferencia o la falta de intervención lo que causa un daño real. Lo que se necesita es una búsqueda más profunda de los medios para prevenir y controlar los conflictos, explorando cualquier vía diplomática posible y prestando atención y estímulo también a las más tenues señales de diálogo o deseo de reconciliación.
El principio de la "responsabilidad de proteger" fue considerado por el antiguo ius gentium como el fundamento de toda actuación de los gobernadores hacia los gobernados: en tiempos en que se estaba desarrollando el concepto de Estados nacionales soberanos, el fraile dominico Francisco de Vitoria, calificado con razón como precursor de la idea de las Naciones Unidas, describió dicha responsabilidad como un aspecto de la razón natural compartida por todas las Naciones, y como el resultado de un orden internacional cuya tarea era regular las relaciones entre los pueblos. Hoy como entonces, este principio ha de hacer referencia a la idea de la persona como imagen del Creador, al deseo de una absoluta y esencial libertad. Como sabemos, la fundación de las Naciones Unidas coincidió con la profunda conmoción experimentada por la humanidad cuando se abandonó la referencia al sentido de la trascendencia y de la razón natural y, en consecuencia, se violaron gravemente la libertad y la dignidad del hombre. Cuando eso ocurre, los fundamentos objetivos de los valores que inspiran y gobiernan el orden internacional se ven amenazados, y minados en su base los principios inderogables e inviolables formulados y consolidados por las Naciones Unidas. Cuando se está ante nuevos e insistentes desafíos, es un error retroceder hacia un planteamiento pragmático, limitado a determinar "un terreno común", minimalista en los contenidos y débil en su efectividad.
La referencia a la dignidad humana, que es el fundamento y el objetivo de la responsabilidad de proteger, nos lleva al tema sobre el cual hemos sido invitados a centrarnos este año, en el que se cumple el 60° aniversario de la Declaración Universal de los Derechos del Hombre. El documento fue el resultado de una convergencia de tradiciones religiosas y culturales, todas ellas motivadas por el deseo común de poner a la persona humana en el corazón de las instituciones, leyes y actuaciones de la sociedad, y de considerar a la persona humana esencial para el mundo de la cultura, de la religión y de la ciencia. Los derechos humanos son presentados cada vez más como el lenguaje común y el sustrato ético de las relaciones internacionales. Al mismo tiempo, la universalidad, la indivisibilidad y la interdependencia de los derechos humanos sirven como garantía para la salvaguardia de la dignidad humana. Sin embargo, es evidente que los derechos reconocidos y enunciados en la Declaración se aplican a cada uno en virtud del origen común de la persona, la cual sigue siendo el punto más alto del designio creador de Dios para el mundo y la historia. Estos derechos se basan en la ley natural inscrita en el corazón del hombre y presente en las diferentes culturas y civilizaciones. Arrancar los derechos humanos de este contexto significaría restringir su ámbito y ceder a una concepción relativista, según la cual el sentido y la interpretación de los derechos podrían variar, negando su universalidad en nombre de los diferentes contextos culturales, políticos, sociales e incluso religiosos. Así pues, no se debe permitir que esta vasta variedad de puntos de vista oscurezca no sólo el hecho de que los derechos son universales, sino que también lo es la persona humana, sujeto de estos derechos.
La vida de la comunidad, tanto en el ámbito interior como en el internacional, muestra claramente cómo el respeto de los derechos y las garantías que se derivan de ellos son las medidas del bien común que sirven para valorar la relación entre justicia e injusticia, desarrollo y pobreza, seguridad y conflicto. La promoción de los derechos humanos sigue siendo la estrategia más eficaz para extirpar las desigualdades entre Países y grupos sociales, así como para aumentar la seguridad. Es cierto que las víctimas de la opresión y la desesperación, cuya dignidad humana se ve impunemente violada, pueden ceder fácilmente al impulso de la violencia y convertirse ellas mismas en transgresoras de la paz. Sin embargo, el bien común que los derechos humanos permiten conseguir no puede lograrse simplemente con la aplicación de procedimientos correctos ni tampoco a través de un simple equilibrio entre derechos contrapuestos. La Declaración Universal tiene el mérito de haber permitido confluir en un núcleo fundamental de valores y, por lo tanto, de derechos, a diferentes culturas, expresiones jurídicas y modelos institucionales. No obstante, hoy es preciso redoblar los esfuerzos ante las presiones para reinterpretar los fundamentos de la Declaración y comprometer con ello su íntima unidad, facilitando así su alejamiento de la protección de la dignidad humana para satisfacer meros intereses, con frecuencia particulares. La Declaración fue adoptada como un "ideal común" (preámbulo) y no puede ser aplicada por partes separadas, según tendencias u opciones selectivas que corren simplemente el riesgo de contradecir la unidad de la persona humana y por tanto la indivisibilidad de los derechos humanos.
La experiencia nos enseña que a menudo la legalidad prevalece sobre la justicia cuando la insistencia sobre los derechos humanos los hace aparecer como resultado exclusivo de medidas legislativas o decisiones normativas tomadas por las diversas agencias de los que están en el poder. Cuando se presentan simplemente en términos de legalidad, los derechos corren el riesgo de convertirse en proposiciones frágiles, separadas de la dimensión ética y racional, que es su fundamento y su fin. Por el contrario, la Declaración Universal ha reforzado la convicción de que el respeto de los derechos humanos está enraizado principalmente en la justicia que no cambia, sobre la cual se basa también la fuerza vinculante de las proclamaciones internacionales. Este aspecto se ve frecuentemente desatendido cuando se intenta privar a los derechos de su verdadera función en nombre de una mísera perspectiva utilitarista. Puesto que los derechos y los consiguientes deberes provienen naturalmente de la interacción humana, es fácil olvidar que son el fruto de un sentido común de la justicia, basado principalmente sobre la solidaridad entre los miembros de la sociedad y, por tanto, válidos para todos los tiempos y todos los pueblos. Esta intuición fue expresada ya muy pronto, en el siglo V, por Agustín de Hipona, uno de los maestros de nuestra herencia intelectual. Decía que la máxima no hagas a otros lo que no quieres que te hagan a ti "en modo alguno puede variar, por mucha que sea la diversidad de las naciones" (De doctrina christiana, III, 14). Por tanto, los derechos humanos han de ser respetados como expresión de justicia, y no simplemente porque pueden hacerse respetar mediante la voluntad de los legisladores.
Señoras y Señores,
con el transcurrir de la historia surgen situaciones nuevas y se intenta conectarlas a nuevos derechos. El discernimiento, es decir, la capacidad de distinguir el bien del mal, se hace más esencial en el contexto de exigencias que conciernen a la vida misma y al comportamiento de las personas, de las comunidades y de los pueblos. Al afrontar el tema de los derechos, puesto que en él están implicadas situaciones importantes y realidades profundas, el discernimiento es al mismo tiempo una virtud indispensable y fructuosa.
Así, el discernimiento muestra cómo el confiar de manera exclusiva a cada Estado, con sus leyes e instituciones, la responsabilidad última de conjugar las aspiraciones de personas, comunidades y pueblos enteros puede tener a veces consecuencias que excluyen la posibilidad de un orden social respetuoso de la dignidad y los derechos de la persona. Por otra parte, una visión de la vida enraizada firmemente en la dimensión religiosa puede ayudar a conseguir dichos fines, puesto que el reconocimiento del valor trascendente de todo hombre y toda mujer favorece la conversión del corazón, que lleva al compromiso de resistir a la violencia, al terrorismo y a la guerra, y de promover la justicia y la paz. Además, esto proporciona el contexto apropiado para ese diálogo interreligioso que las Naciones Unidas están llamadas a apoyar, del mismo modo que apoyan el diálogo en otros campos de la actividad humana. El diálogo debería ser reconocido como el medio a través del cual los diversos sectores de la sociedad pueden articular su propio punto de vista y construir el consenso sobre la verdad en relación a los valores u objetivos particulares. Pertenece a la naturaleza de las religiones, libremente practicadas, el que puedan entablar autónomamente un diálogo de pensamiento y de vida. Si también a este nivel la esfera religiosa se mantiene separada de la acción política, se producirán grandes beneficios para las personas y las comunidades. Por otra parte, las Naciones Unidas pueden contar con los resultados del diálogo entre las religiones y beneficiarse de la disponibilidad de los creyentes para poner sus propias experiencias al servicio del bien común. Su cometido es proponer una visión de la fe, no en términos de intolerancia, discriminación y conflicto, sino de total respeto de la verdad, la coexistencia, los derechos y la reconciliación.
Obviamente, los derechos humanos deben incluir el derecho a la libertad religiosa, entendido como expresión de una dimensión que es al mismo tiempo individual y comunitaria, una visión que manifiesta la unidad de la persona, aun distinguiendo claramente entre la dimensión de ciudadano y la de creyente. La actividad de las Naciones Unidas en los años recientes ha asegurado que el debate público ofrezca espacio a puntos de vista inspirados en una visión religiosa en todas sus dimensiones, incluyendo la de rito, culto, educación, difusión de informaciones, así como la libertad de profesar o elegir una religión. Es inconcebible, por tanto, que los creyentes tengan que suprimir una parte de sí mismos -su fe- para ser ciudadanos activos. Nunca debería ser necesario renegar de Dios para poder gozar de los propios derechos. Los derechos asociados con la religión necesitan protección sobre todo si se los considera en conflicto con la ideología secular predominante o con posiciones de una mayoría religiosa de naturaleza exclusiva. No se puede limitar la plena garantía de la libertad religiosa al libre ejercicio del culto, sino que se ha de tener en la debida consideración la dimensión pública de la religión y, por tanto, la posibilidad de que los creyentes contribuyan la construcción del orden social. A decir verdad, ya lo están haciendo, por ejemplo, a través de su implicación influyente y generosa en una amplia red de iniciativas, que van desde las universidades a las instituciones científicas, escuelas, centros de atención médica y a organizaciones caritativas al servicio de los más pobres y marginados. El rechazo a reconocer la contribución a la sociedad que está enraizada en la dimensión religiosa y en la búsqueda del Absoluto -expresión por su propia naturaleza de la comunión entre personas- privilegiaría efectivamente un planteamiento individualista y fragmentaría la unidad de la persona.
Mi presencia en esta Asamblea es una muestra de estima por las Naciones Unidas y es considerada como expresión de la esperanza en que la Organización sirva cada vez más como signo de unidad entre los Estados y como instrumento al servicio de toda la familia humana. Manifiesta también la voluntad de la Iglesia Católica de ofrecer su propia aportación a la construcción de relaciones internacionales en un modo en que se permita a cada persona y a cada pueblo percibir que son un elemento capaz de marcar la diferencia. Además, la Iglesia trabaja para obtener dichos objetivos a través de la actividad internacional de la Santa Sede, de manera coherente con la propia contribución en la esfera ética y moral y con la libre actividad de los propios fieles. Ciertamente, la Santa Sede ha tenido siempre un puesto en las asambleas de las Naciones, manifestando así el propio carácter específico en cuanto sujeto en el ámbito internacional. Como han confirmado recientemente las Naciones Unidas, la Santa Sede ofrece así su propia contribución según las disposiciones de la ley internacional, ayuda a definirla y a ella se remite.
Las Naciones Unidas siguen siendo un lugar privilegiado en el que la Iglesia está comprometida a llevar su propia experiencia "en humanidad", desarrollada a lo largo de los siglos entre pueblos de toda raza y cultura, y a ponerla a disposición de todos los miembros de la comunidad internacional. Esta experiencia y actividad, orientadas a obtener la libertad para todo creyente, intentan aumentar también la protección que se ofrece a los derechos de la persona. Dichos derechos están basados y plasmados en la naturaleza trascendente de la persona, que permite a hombres y mujeres recorrer su camino de fe y su búsqueda de Dios en este mundo. El reconocimiento de esta dimensión debe ser reforzado si queremos fomentar la esperanza de la humanidad en un mundo mejor, y crear condiciones propicias para la paz, el desarrollo, la cooperación y la garantía de los derechos de las generaciones futuras.
En mi reciente Encíclica Spe salvi, he subrayado "que la búsqueda, siempre nueva y fatigosa, de rectos ordenamientos para las realidades humanas es una tarea de cada generación" (n. 25). Para los cristianos, esta tarea está motivada por la esperanza que proviene de la obra salvadora de Jesucristo. Precisamente por eso la Iglesia se alegra de estar asociada con la actividad de esta ilustre Organización, a la cual está confiada la responsabilidad de promover la paz y la buena voluntad en todo el mundo. Queridos amigos, os doy las gracias por la oportunidad de dirigirme hoy a vosotros y prometo la ayuda de mis oraciones para el desarrollo de vuestra noble tarea.
Antes de despedirme de esta asamblea, deseo saludar a todas las naciones aquí representadas en las lenguas oficiales.
[En inglés, en francés, en español, en árabe, en chino y en ruso:]
Paz y prosperidad con la ayuda de Dios!
Gracias.
LA CONFERENCIA EPISCOPAL CHILENA DISERTA SOBRE LAS DECLARACIONES DE MICHELLE BACHELET Y EL FALLO DEL TC CHILENO POR LA PILDORA DEL DIA SIGUIENTE
Mensaje al término de la 95ª Asamblea Plenaria de la Conferencia Episcopal de Chile
"El Señor ama la justicia y el derecho;
la tierra está llena de su amor" (Sal 32, 5)
Introducción:
Debemos animar la esperanza. Ante la realidad social y cultural que vivimos hoy, la mirada de los cristianos es de fe y esperanza. Fuimos creados para compartir la felicidad, el amor, la vida y la paz de Dios. Buscamos estos bienes, y Dios nos guía en este camino. Por eso los buscamos con esperanza, apoyándonos en Jesucristo resucitado, que es nuestra esperanza. Es la esperanza en la vida nueva y plena que Él nos regala, y que la ofrece a todos. El presente se puede vivir de otra manera, de una manera nueva, cuando se tiene esperanza. Somos salvados en la esperanza, nos dice el Papa Benedicto XVI. "Es verdad que quien no conoce a Dios, aunque tenga múltiples esperanzas, en el fondo está sin esperanza, sin la gran esperanza que sostiene toda la vida. La verdadera, la gran esperanza del hombre que resiste a pesar de todas las desilusiones, sólo puede ser Dios, el Dios que nos ha amado y que nos sigue amando hasta el extremo" (cfr. Spe Salvi, 26 y 27).
Desde estas convicciones, la situación política e institucional que vive el país, ha sido objeto también de nuestra oración profunda y de seria reflexión en nuestra Asamblea Plenaria. Anteriormente ya habíamos alertado sobre el progresivo deterioro de nuestra convivencia y los preocupantes signos de violencia en el hogar, los colegios y en la ciudad en general. Esta situación también se extiende peligrosamente a la arena de la discusión pública, en un año de elecciones. Al respecto queremos compartir algunas preocupaciones y desafíos.
1. Respeto por las personas e instituciones. La PERSONA HUMANA es el FUNDAMENTO y FIN de la COMUNIDAD POLÍTICA. Esto significa, ante todo, trabajar por el reconocimiento y el respeto de su dignidad, mediante la tutela y la promoción de los derechos fundamentales e inalienables del hombre para construir el bien común. La comunidad política contribuye a este objetivo cuando actúa a favor de la creación de un ambiente en el que se ofrezca a los ciudadanos la posibilidad del ejercicio real de los derechos humanos y del cumplimiento pleno de los respectivos deberes. En síntesis, ella está sólidamente fundada cuando tiende a la promoción integral de la persona y del bien común, en un clima del respeto por las personas y las instituciones (cfr. Compendio de la Doctrina Social de la Iglesia, 318-391).
A la luz de este principio fundante de toda convivencia social, nos preocupa el clima beligerante y el fuerte tono que se apodera del debate político, que puede afectar seriamente la orientación al bien común de la actividad y los proyectos públicos. Es sano proteger la libertad de pensamiento y de acción, es sano que exista un amplio espacio para el disenso y que ante los asuntos de Estado concurran distintas miradas que contribuyen a mejores proyectos y decisiones. Esto favorece y consolida nuestra institucionalidad. Pero la falta de respeto hacia personas e instituciones instalada como costumbre daña profundamente a una sociedad. El nivel de descalificaciones personales y agresión verbal que hemos oído a algunos actores políticos en las últimas semanas no se corresponde con la responsabilidad que la ciudadanía les ha confiado. Por otra parte, resulta arbitraria la costumbre de diversas autoridades y dirigentes políticos de evaluar positivamente a las instituciones cuando sus decisiones son de su agrado, y de rechazar su legitimidad, amenazar con destituciones y aun convocar a desconocer sus decisiones cuando no lo son.
Para vivir en democracia necesitamos no sólo la existencia de una Contraloría General de la República, que vele por la legitimidad de los actos de gobierno y de la administración pública, y también por su transparencia, sino además que ejercite sus funciones gozando del respeto y el apoyo que se merece en el cumplimiento de su tarea, que puede resultarles ingrata a quienes se vean investigados. En una democracia moderna el Tribunal Constitucional existe para velar por la adecuación de los preceptos y ordenamientos jurídicos a la Constitución. Sus fallos deben ser acatados, como los de cualquier tribunal. Sus miembros fueron nombrados responsablemente por quienes corresponde. Llamar a la desobediencia es un camino peligroso, que conduce al caos institucional. Otra cosa es el análisis de sus deliberaciones o estudiar proyectos para optimizar su institucionalidad.
A quienes se han visto agredidos por expresar sus convicciones, sea por su respeto a la vida o porque su conciencia de creyente les pide respetar la vida y el derecho de los padres a educar a sus hijos, les expresamos nuestra solidaridad y respeto y, al mismo tiempo los animamos en su testimonio. A todos los católicos, especialmente los responsables del bien común, les exhortamos a ser coherentes con sus creencias, particularmente en la defensa de los derechos fundamentales de las personas y la intangibilidad de toda vida humana ya concebida.
2. Respetar y acoger la vida. En medio de la pasión que ha despertado el anuncio del fallo del Tribunal Constitucional sobre la distribución y recomendación en el sistema público de salud de los métodos llamados "de anticoncepción hormonal de emergencia", también conocidos como "píldora del día después", creyentes y no creyentes concuerdan en que la vida es un bien que nos ha sido dada y que la debemos cuidar. Lo que la razón humana es capaz de reconocer por sí sola, la fe lo reafirma cuando postula que el ser humano es creación de Dios, por lo tanto una realidad sagrada poseedora de derechos, sobre todo el derecho a que se le respete su vida. Defender este derecho es la base de una sociedad auténticamente democrática y humana.
En efecto, no podemos olvidar la verdad que está en juego, la primera en materia de derechos humanos. Nadie tiene la potestad, en ninguna circunstancia, de dar muerte a una vida humana inocente, incluso pensando que así se están salvaguardando otros bienes. Por eso mismo, hay que proteger la vida que está por nacer, como lo afirma nuestra Constitución Política. Nuestro pasado reciente quedó marcado por el desprecio y por la defensa del derecho a la vida. Y lo que subyace en la discusión es si ese fármaco atenta o no contra una vida humana, la más indefensa de todas. No podemos retroceder en el respeto de este valor fundante de nuestra vida social. Tenemos que compatibilizar todos los demás derechos con este deber irrenunciable de la protección de la vida.
En medio de la discusión pública suscitada en torno al fallo del Tribunal Constitucional, cuya argumentación aún no ha sido dada a conocer, queremos reiterar nuestro compromiso permanente a favor de la vida del que está por nacer. Hay personas que basan sus reflexiones afirmando que no está demostrado que la píldora del día después sea abortiva. Pero, quien quiere proteger absolutamente la vida de todo ser humano exige que se demuestre que no impide su desarrollo. Y en esto, los mismos fabricantes dicen que puede inhibir la anidación.
Nuestro compromiso con la vida humana nos llama a rechazar tanto su distribución en el sistema de salud pública como su comercialización en farmacias. El amor y respeto por la vida nos motiva a pedir a todos los poderes del Estado que promuevan políticas públicas coherentes con el derecho a que se respete la vida, que es sagrada. Con la misma fuerza llamamos a la comunidad católica y a todas las personas y familias del país a promover, posibilitar y apoyar actitudes y conductas que reflejen el amor y respeto por la vida, lo que debe expresarse en las opciones cotidianas de la gente.
Tales opciones requieren de una forma adecuada y de un contexto favorable que debemos construir con generosidad entre todos y que debiera traducirse en que las familias puedan contar con ingresos suficientes, oportunidades de educación y empleo para acoger a los hijos y vivir en condiciones dignas. Si sabemos que la familia, comunidad natural donde se experimenta la sociabilidad humana, contribuye en modo único e insustituible al bien de la sociedad, ¿cómo avanzar hacia una sociedad que respete los derechos de la familia y esté a su servicio? (cfr. Compendio de la Doctrina Social de la Iglesia, 213, 252 y ss).
3. Campaña electoral que escuche y acoja la participación de la gente. Superar la "crispación" de la política y la violencia verbal, recuperando para la política su finalidad propia que es el bien común, en un clima de amistad cívica, resulta fundamental por el escenario electoral que se avecina. Es de esperar que los candidatos y sus partidos políticos ofrezcan al electorado un debate de altura, poniendo sobre la mesa los temas que afectan y preocupan a los habitantes de las comunas, sin populismo ni demagogia. La confianza de los electores hacia sus autoridades se construye a partir de la coherencia entre lo que se promete y lo que se cumple. Los ciudadanos quisieran ver en los candidatos lo mejor de su vocación de servicio público: que antes de formular sus programas se acerquen a la gente, la escuchen y conozcan sus inquietudes, necesidades y angustias.
También a los votantes nos corresponde una crucial tarea como ciudadanos que asumen su responsabilidad en la construcción del bien común, cual es la de obtener una información adecuada antes de decidir, en conciencia, a qué persona confiaremos nuestra adhesión mediante nuestro voto. Esperamos que este debate, tan necesario a nivel de barrios y municipios, no se contamine con otras polémicas de coyuntura ni con otros procesos electorales de los cuales nos tendremos que ocupar en su debido tiempo. Esperamos que los próximos eventos electorales sean una oportunidad para que se exprese, también de parte de los jóvenes, el compromiso y la participación ciudadana que es "uno de los pilares de todos los ordenamientos democráticos, además de una de las mejores garantías de permanencia de la democracia" (Compendio de la Doctrina Social de la Iglesia, 190).
4. Amistad cívica, valoración del diálogo y los acuerdos. Creemos que no se han valorado en su justa medida los esfuerzos por establecer amplias bases de acuerdo sobre temas políticos, económicos y sociales, algunos de los cuales han derivado en mesas de diálogo cuyos frutos significativos celebramos y esperamos se multipliquen.
Abordar la tarea política requiere algo más que apego a los procedimientos formales. La convivencia política "adquiere todo su significado si está basada en la amistad cívica y en la fraternidad. El campo del derecho en efecto, es el de la tutela del interés y el respeto, el de la protección de los bienes materiales y su distribución según reglas establecidas. El campo de la amistad, por el contrario, es el del desinterés, el desapego de los bienes materiales, la disponibilidad interior a las exigencias del otro. La amistad civil, así entendida, es la actuación más auténtica del principio de fraternidad que se ha quedado en gran parte sin practicar en las sociedades políticas modernas y contemporáneas" y que es preciso potenciar para la política en Chile, por el bien de su futuro y de su gente (cfr. Compendio de la Doctrina Social de la Iglesia, 390).
Necesitamos que se dignifique el servicio público. No hay otra misión más noble al servicio de la sociedad civil que FAVORECER EL BIEN COMÚN, y PREOCUPARSE DE MANERA PREFERENTE POR LOS MARGINADOS, DESPROTEGIDOS Y DESPOSEÍDOS. Agradecemos a los que sin buscar sus propios intereses y con sacrificio se desempeñan en el servicio público, ya sea en el Estado o en otras instituciones que buscan el bien de la sociedad y de los sectores necesitados. Los ciudadanos quieren ver a sus dirigentes, de los diferentes partidos políticos, dialogando para solucionar los grandes problemas, y no en permanente disputa y descalificación. Y cuánto bien harían los medios de comunicación social si difundieran las grandes votaciones, casi de consenso, a las cuales llega ese diálogo a la hora de aprobar la mayoría de las leyes.
5. Probidad y transparencia. Gran parte de los debates más acalorados de la hora reciente se relacionan con denuncias de irregularidades en diversas instituciones, algunas con ribetes de escándalo. Y esto porque, "entre las deformaciones del sistema democrático, la corrupción política es una de las más graves porque traiciona al mismo tiempo los principios de la moral y las normas de la justicia social; compromete el correcto funcionamiento del Estado, influyendo negativamente en la relación entre los gobernantes y los gobernados; introduce una creciente desconfianza respecto a las instituciones públicas, causando un progresivo menosprecio de los ciudadanos por la política y sus representantes, con el consiguiente debilitamiento de las instituciones" (Compendio de la Doctrina Social de la Iglesia, 411).
Sobre todo hoy, cuando el país enfrenta una difícil situación económica y energética, que se traduce en un alza de precios de bienes y servicios que golpea duramente a los sectores más modestos, resulta incomprensible que algunas personas no cumplan de manera responsable sus tareas de servicio público, o peor aún, que abusen de sus cargos públicos o privados para obtener dividendos económicos, escalar en posiciones de privilegio o ejercer influencias ajenas al nivel ético que la sociedad les exige. Cuando se falta a la transparencia y a la probidad se erosiona la confianza pública, esencial para una sana convivencia. Hace algunos años los Obispos dijimos que esta "falta de confianza puede llegar a afectar nuestras legítimas esperanzas y aun la gobernabilidad del país" (Comité Permanente, 21 de marzo de 2003). A todos corresponde desplegar esfuerzos por construir una sociedad honesta y transparente, también a la Iglesia y sus organismos. Esperamos que las leyes de transparencia en la modernización del Estado y las propuestas recientemente hechas sean analizadas y ponderadas seriamente para avanzar en esta ámbito.
6. Soluciones que esperan. Este nuevo clima es del todo necesario para abordar otros campos que esperan pronta solución. Por eso, queremos hacer un llamado a autoridades y dirigentes a realizar todo lo que esté en sus posibilidades por resolver aquellas graves dificultades que enfrentan los sectores más pobres del país, y que continúan sin solución como una lista de asuntos "pendientes". Apreciamos la buena voluntad del Gobierno, del Parlamento y de sectores privados sensibles para avanzar en cuestiones de fondo, como la reforma previsional ya aprobada, las reformas legislativas acordadas en cuanto a la Educación, el Programa "Chile Crece Contigo" y otras iniciativas particulares, como la "Comunidad de Organizaciones Solidarias". Asimismo esperamos que los aportes del Consejo Asesor Presidencial de Equidad y Trabajo, que pronto conoceremos, den frutos de justicia social en materia de sueldo mínimo ético, de cancelación de imposiciones impagas, que se traduzcan en mayor bienestar para todas las familias del país. También esperamos creatividad y eficiencia para abordar las causas de los problemas de inseguridad que se viven en nuestras ciudades, y que afectan, a veces de manera dramática, sobre todo en las poblaciones pobres. Sabemos que diversas instituciones están abocadas a ello, y queremos recordar, con el Papa Juan Pablo II, que "los pobres no pueden esperar".
Sin perjuicio de los esfuerzos que se han hecho, hay algunos obstáculos que requieren una especial atención. Se trata de las problemáticas laborales que surgen desde varios sectores productivos y sociales, y que plantean la necesidad de no recurrir a la violencia, sino a un mayor diálogo y a acuerdos que armonicen el desarrollo, la productividad y la sustentabilidad, por una parte, con la EQUIDAD, el y la PAZ SOCIAL, por otra. Las crecientes demandas energéticas exigen con urgencia una política de Estado, con amplia y ponderada investigación, acompañada de la participación ciudadana; de este modo podrán superarse los desafíos éticos y de cuidado de la naturaleza que están implícitos. Además, resulta auspicioso que los temas indígenas comiencen a tratarse con una perspectiva más amplia, reconociendo que para Chile son una riqueza las aportaciones de las culturas de los pueblos originarios, y por tanto merece promoverse cuanto se haga para que tengan pleno acceso a una educación de calidad.
Son grandes los desafíos que el Señor nos ofrece a todas las personas de buena voluntad que tenemos la dicha de vivir en esta tierra. De un modo especial, a quienes compartimos la fe en Cristo nos cabe una crucial responsabilidad, pues de la adhesión a su Evangelio y de la vida nueva que brota del encuentro con el Señor surgirá la fuerza interior que será capaz de renovar las estructuras y transformar nuestra convivencia.
A la Virgen del Carmen, patrona de nuestra patria querida, que nos ha acompañado a lo largo de nuestra historia, y que siempre vela por los más débiles y afligidos, a ella confiamos nuestros anhelos y nuestras esperanzas.
La Asamblea Plenaria de la Conferencia Episcopal de Chile
Punta de Tralca, 18 de abril de 2008
"El Señor ama la justicia y el derecho;
la tierra está llena de su amor" (Sal 32, 5)
Introducción:
Debemos animar la esperanza. Ante la realidad social y cultural que vivimos hoy, la mirada de los cristianos es de fe y esperanza. Fuimos creados para compartir la felicidad, el amor, la vida y la paz de Dios. Buscamos estos bienes, y Dios nos guía en este camino. Por eso los buscamos con esperanza, apoyándonos en Jesucristo resucitado, que es nuestra esperanza. Es la esperanza en la vida nueva y plena que Él nos regala, y que la ofrece a todos. El presente se puede vivir de otra manera, de una manera nueva, cuando se tiene esperanza. Somos salvados en la esperanza, nos dice el Papa Benedicto XVI. "Es verdad que quien no conoce a Dios, aunque tenga múltiples esperanzas, en el fondo está sin esperanza, sin la gran esperanza que sostiene toda la vida. La verdadera, la gran esperanza del hombre que resiste a pesar de todas las desilusiones, sólo puede ser Dios, el Dios que nos ha amado y que nos sigue amando hasta el extremo" (cfr. Spe Salvi, 26 y 27).
Desde estas convicciones, la situación política e institucional que vive el país, ha sido objeto también de nuestra oración profunda y de seria reflexión en nuestra Asamblea Plenaria. Anteriormente ya habíamos alertado sobre el progresivo deterioro de nuestra convivencia y los preocupantes signos de violencia en el hogar, los colegios y en la ciudad en general. Esta situación también se extiende peligrosamente a la arena de la discusión pública, en un año de elecciones. Al respecto queremos compartir algunas preocupaciones y desafíos.
1. Respeto por las personas e instituciones. La PERSONA HUMANA es el FUNDAMENTO y FIN de la COMUNIDAD POLÍTICA. Esto significa, ante todo, trabajar por el reconocimiento y el respeto de su dignidad, mediante la tutela y la promoción de los derechos fundamentales e inalienables del hombre para construir el bien común. La comunidad política contribuye a este objetivo cuando actúa a favor de la creación de un ambiente en el que se ofrezca a los ciudadanos la posibilidad del ejercicio real de los derechos humanos y del cumplimiento pleno de los respectivos deberes. En síntesis, ella está sólidamente fundada cuando tiende a la promoción integral de la persona y del bien común, en un clima del respeto por las personas y las instituciones (cfr. Compendio de la Doctrina Social de la Iglesia, 318-391).
A la luz de este principio fundante de toda convivencia social, nos preocupa el clima beligerante y el fuerte tono que se apodera del debate político, que puede afectar seriamente la orientación al bien común de la actividad y los proyectos públicos. Es sano proteger la libertad de pensamiento y de acción, es sano que exista un amplio espacio para el disenso y que ante los asuntos de Estado concurran distintas miradas que contribuyen a mejores proyectos y decisiones. Esto favorece y consolida nuestra institucionalidad. Pero la falta de respeto hacia personas e instituciones instalada como costumbre daña profundamente a una sociedad. El nivel de descalificaciones personales y agresión verbal que hemos oído a algunos actores políticos en las últimas semanas no se corresponde con la responsabilidad que la ciudadanía les ha confiado. Por otra parte, resulta arbitraria la costumbre de diversas autoridades y dirigentes políticos de evaluar positivamente a las instituciones cuando sus decisiones son de su agrado, y de rechazar su legitimidad, amenazar con destituciones y aun convocar a desconocer sus decisiones cuando no lo son.
Para vivir en democracia necesitamos no sólo la existencia de una Contraloría General de la República, que vele por la legitimidad de los actos de gobierno y de la administración pública, y también por su transparencia, sino además que ejercite sus funciones gozando del respeto y el apoyo que se merece en el cumplimiento de su tarea, que puede resultarles ingrata a quienes se vean investigados. En una democracia moderna el Tribunal Constitucional existe para velar por la adecuación de los preceptos y ordenamientos jurídicos a la Constitución. Sus fallos deben ser acatados, como los de cualquier tribunal. Sus miembros fueron nombrados responsablemente por quienes corresponde. Llamar a la desobediencia es un camino peligroso, que conduce al caos institucional. Otra cosa es el análisis de sus deliberaciones o estudiar proyectos para optimizar su institucionalidad.
A quienes se han visto agredidos por expresar sus convicciones, sea por su respeto a la vida o porque su conciencia de creyente les pide respetar la vida y el derecho de los padres a educar a sus hijos, les expresamos nuestra solidaridad y respeto y, al mismo tiempo los animamos en su testimonio. A todos los católicos, especialmente los responsables del bien común, les exhortamos a ser coherentes con sus creencias, particularmente en la defensa de los derechos fundamentales de las personas y la intangibilidad de toda vida humana ya concebida.
2. Respetar y acoger la vida. En medio de la pasión que ha despertado el anuncio del fallo del Tribunal Constitucional sobre la distribución y recomendación en el sistema público de salud de los métodos llamados "de anticoncepción hormonal de emergencia", también conocidos como "píldora del día después", creyentes y no creyentes concuerdan en que la vida es un bien que nos ha sido dada y que la debemos cuidar. Lo que la razón humana es capaz de reconocer por sí sola, la fe lo reafirma cuando postula que el ser humano es creación de Dios, por lo tanto una realidad sagrada poseedora de derechos, sobre todo el derecho a que se le respete su vida. Defender este derecho es la base de una sociedad auténticamente democrática y humana.
En efecto, no podemos olvidar la verdad que está en juego, la primera en materia de derechos humanos. Nadie tiene la potestad, en ninguna circunstancia, de dar muerte a una vida humana inocente, incluso pensando que así se están salvaguardando otros bienes. Por eso mismo, hay que proteger la vida que está por nacer, como lo afirma nuestra Constitución Política. Nuestro pasado reciente quedó marcado por el desprecio y por la defensa del derecho a la vida. Y lo que subyace en la discusión es si ese fármaco atenta o no contra una vida humana, la más indefensa de todas. No podemos retroceder en el respeto de este valor fundante de nuestra vida social. Tenemos que compatibilizar todos los demás derechos con este deber irrenunciable de la protección de la vida.
En medio de la discusión pública suscitada en torno al fallo del Tribunal Constitucional, cuya argumentación aún no ha sido dada a conocer, queremos reiterar nuestro compromiso permanente a favor de la vida del que está por nacer. Hay personas que basan sus reflexiones afirmando que no está demostrado que la píldora del día después sea abortiva. Pero, quien quiere proteger absolutamente la vida de todo ser humano exige que se demuestre que no impide su desarrollo. Y en esto, los mismos fabricantes dicen que puede inhibir la anidación.
Nuestro compromiso con la vida humana nos llama a rechazar tanto su distribución en el sistema de salud pública como su comercialización en farmacias. El amor y respeto por la vida nos motiva a pedir a todos los poderes del Estado que promuevan políticas públicas coherentes con el derecho a que se respete la vida, que es sagrada. Con la misma fuerza llamamos a la comunidad católica y a todas las personas y familias del país a promover, posibilitar y apoyar actitudes y conductas que reflejen el amor y respeto por la vida, lo que debe expresarse en las opciones cotidianas de la gente.
Tales opciones requieren de una forma adecuada y de un contexto favorable que debemos construir con generosidad entre todos y que debiera traducirse en que las familias puedan contar con ingresos suficientes, oportunidades de educación y empleo para acoger a los hijos y vivir en condiciones dignas. Si sabemos que la familia, comunidad natural donde se experimenta la sociabilidad humana, contribuye en modo único e insustituible al bien de la sociedad, ¿cómo avanzar hacia una sociedad que respete los derechos de la familia y esté a su servicio? (cfr. Compendio de la Doctrina Social de la Iglesia, 213, 252 y ss).
3. Campaña electoral que escuche y acoja la participación de la gente. Superar la "crispación" de la política y la violencia verbal, recuperando para la política su finalidad propia que es el bien común, en un clima de amistad cívica, resulta fundamental por el escenario electoral que se avecina. Es de esperar que los candidatos y sus partidos políticos ofrezcan al electorado un debate de altura, poniendo sobre la mesa los temas que afectan y preocupan a los habitantes de las comunas, sin populismo ni demagogia. La confianza de los electores hacia sus autoridades se construye a partir de la coherencia entre lo que se promete y lo que se cumple. Los ciudadanos quisieran ver en los candidatos lo mejor de su vocación de servicio público: que antes de formular sus programas se acerquen a la gente, la escuchen y conozcan sus inquietudes, necesidades y angustias.
También a los votantes nos corresponde una crucial tarea como ciudadanos que asumen su responsabilidad en la construcción del bien común, cual es la de obtener una información adecuada antes de decidir, en conciencia, a qué persona confiaremos nuestra adhesión mediante nuestro voto. Esperamos que este debate, tan necesario a nivel de barrios y municipios, no se contamine con otras polémicas de coyuntura ni con otros procesos electorales de los cuales nos tendremos que ocupar en su debido tiempo. Esperamos que los próximos eventos electorales sean una oportunidad para que se exprese, también de parte de los jóvenes, el compromiso y la participación ciudadana que es "uno de los pilares de todos los ordenamientos democráticos, además de una de las mejores garantías de permanencia de la democracia" (Compendio de la Doctrina Social de la Iglesia, 190).
4. Amistad cívica, valoración del diálogo y los acuerdos. Creemos que no se han valorado en su justa medida los esfuerzos por establecer amplias bases de acuerdo sobre temas políticos, económicos y sociales, algunos de los cuales han derivado en mesas de diálogo cuyos frutos significativos celebramos y esperamos se multipliquen.
Abordar la tarea política requiere algo más que apego a los procedimientos formales. La convivencia política "adquiere todo su significado si está basada en la amistad cívica y en la fraternidad. El campo del derecho en efecto, es el de la tutela del interés y el respeto, el de la protección de los bienes materiales y su distribución según reglas establecidas. El campo de la amistad, por el contrario, es el del desinterés, el desapego de los bienes materiales, la disponibilidad interior a las exigencias del otro. La amistad civil, así entendida, es la actuación más auténtica del principio de fraternidad que se ha quedado en gran parte sin practicar en las sociedades políticas modernas y contemporáneas" y que es preciso potenciar para la política en Chile, por el bien de su futuro y de su gente (cfr. Compendio de la Doctrina Social de la Iglesia, 390).
Necesitamos que se dignifique el servicio público. No hay otra misión más noble al servicio de la sociedad civil que FAVORECER EL BIEN COMÚN, y PREOCUPARSE DE MANERA PREFERENTE POR LOS MARGINADOS, DESPROTEGIDOS Y DESPOSEÍDOS. Agradecemos a los que sin buscar sus propios intereses y con sacrificio se desempeñan en el servicio público, ya sea en el Estado o en otras instituciones que buscan el bien de la sociedad y de los sectores necesitados. Los ciudadanos quieren ver a sus dirigentes, de los diferentes partidos políticos, dialogando para solucionar los grandes problemas, y no en permanente disputa y descalificación. Y cuánto bien harían los medios de comunicación social si difundieran las grandes votaciones, casi de consenso, a las cuales llega ese diálogo a la hora de aprobar la mayoría de las leyes.
5. Probidad y transparencia. Gran parte de los debates más acalorados de la hora reciente se relacionan con denuncias de irregularidades en diversas instituciones, algunas con ribetes de escándalo. Y esto porque, "entre las deformaciones del sistema democrático, la corrupción política es una de las más graves porque traiciona al mismo tiempo los principios de la moral y las normas de la justicia social; compromete el correcto funcionamiento del Estado, influyendo negativamente en la relación entre los gobernantes y los gobernados; introduce una creciente desconfianza respecto a las instituciones públicas, causando un progresivo menosprecio de los ciudadanos por la política y sus representantes, con el consiguiente debilitamiento de las instituciones" (Compendio de la Doctrina Social de la Iglesia, 411).
Sobre todo hoy, cuando el país enfrenta una difícil situación económica y energética, que se traduce en un alza de precios de bienes y servicios que golpea duramente a los sectores más modestos, resulta incomprensible que algunas personas no cumplan de manera responsable sus tareas de servicio público, o peor aún, que abusen de sus cargos públicos o privados para obtener dividendos económicos, escalar en posiciones de privilegio o ejercer influencias ajenas al nivel ético que la sociedad les exige. Cuando se falta a la transparencia y a la probidad se erosiona la confianza pública, esencial para una sana convivencia. Hace algunos años los Obispos dijimos que esta "falta de confianza puede llegar a afectar nuestras legítimas esperanzas y aun la gobernabilidad del país" (Comité Permanente, 21 de marzo de 2003). A todos corresponde desplegar esfuerzos por construir una sociedad honesta y transparente, también a la Iglesia y sus organismos. Esperamos que las leyes de transparencia en la modernización del Estado y las propuestas recientemente hechas sean analizadas y ponderadas seriamente para avanzar en esta ámbito.
6. Soluciones que esperan. Este nuevo clima es del todo necesario para abordar otros campos que esperan pronta solución. Por eso, queremos hacer un llamado a autoridades y dirigentes a realizar todo lo que esté en sus posibilidades por resolver aquellas graves dificultades que enfrentan los sectores más pobres del país, y que continúan sin solución como una lista de asuntos "pendientes". Apreciamos la buena voluntad del Gobierno, del Parlamento y de sectores privados sensibles para avanzar en cuestiones de fondo, como la reforma previsional ya aprobada, las reformas legislativas acordadas en cuanto a la Educación, el Programa "Chile Crece Contigo" y otras iniciativas particulares, como la "Comunidad de Organizaciones Solidarias". Asimismo esperamos que los aportes del Consejo Asesor Presidencial de Equidad y Trabajo, que pronto conoceremos, den frutos de justicia social en materia de sueldo mínimo ético, de cancelación de imposiciones impagas, que se traduzcan en mayor bienestar para todas las familias del país. También esperamos creatividad y eficiencia para abordar las causas de los problemas de inseguridad que se viven en nuestras ciudades, y que afectan, a veces de manera dramática, sobre todo en las poblaciones pobres. Sabemos que diversas instituciones están abocadas a ello, y queremos recordar, con el Papa Juan Pablo II, que "los pobres no pueden esperar".
Sin perjuicio de los esfuerzos que se han hecho, hay algunos obstáculos que requieren una especial atención. Se trata de las problemáticas laborales que surgen desde varios sectores productivos y sociales, y que plantean la necesidad de no recurrir a la violencia, sino a un mayor diálogo y a acuerdos que armonicen el desarrollo, la productividad y la sustentabilidad, por una parte, con la EQUIDAD, el y la PAZ SOCIAL, por otra. Las crecientes demandas energéticas exigen con urgencia una política de Estado, con amplia y ponderada investigación, acompañada de la participación ciudadana; de este modo podrán superarse los desafíos éticos y de cuidado de la naturaleza que están implícitos. Además, resulta auspicioso que los temas indígenas comiencen a tratarse con una perspectiva más amplia, reconociendo que para Chile son una riqueza las aportaciones de las culturas de los pueblos originarios, y por tanto merece promoverse cuanto se haga para que tengan pleno acceso a una educación de calidad.
Son grandes los desafíos que el Señor nos ofrece a todas las personas de buena voluntad que tenemos la dicha de vivir en esta tierra. De un modo especial, a quienes compartimos la fe en Cristo nos cabe una crucial responsabilidad, pues de la adhesión a su Evangelio y de la vida nueva que brota del encuentro con el Señor surgirá la fuerza interior que será capaz de renovar las estructuras y transformar nuestra convivencia.
A la Virgen del Carmen, patrona de nuestra patria querida, que nos ha acompañado a lo largo de nuestra historia, y que siempre vela por los más débiles y afligidos, a ella confiamos nuestros anhelos y nuestras esperanzas.
La Asamblea Plenaria de la Conferencia Episcopal de Chile
Punta de Tralca, 18 de abril de 2008
sábado, 19 de abril de 2008
Lamentables Declaraciones de la Presidenta de Chile, Michelle Bachelet respecto al Buen Fallo del TC sobre el USO DE LA PÍLDORA DEL DÍA SIGUIENTE
La Presidenta de la República, Michelle Bachelet, calificó como lamentable el fallo dado a conocer por el Tribunal Constitucional (TC) que prohíbe la distribución de la "píldora del día después" en centros asistenciales públicos de salud debido, según dice el libelo, a su carácter abortivo.
"Lamentamos el fallo porque lo que hace es prohibir la posibilidad de contar con la píldora en los servicios de salud que es donde se atienden las personas más pobres de nuestro país, las mujeres más vulnerables", dijo la Mandataria.
A ello, agregó enfática que "para nosotros esto significa un retroceso en términos de equidad".
Por su parte, y escudándose en que las municipalidades son entidades autónomas, la ministra de Salud, María Soledad Barría, dijo que el fallo del Tribunal Constitucional sólo prohibe la entrega de la "píldora del día después" en los consultorios, por lo que los municipios no estarían impedidos de distribuir el fármaco.
"Los municipios no están incluidos en esta normativa. Sí los consultorios de atención primaria que están incluidos en la red asistencial, pero no los municipios, en tanto entidades autónomas", dijo la ministra. Al mismo tiempo, dijo que el Gobierno acatará el fallo y que ya no se distibuirá la píldora en los centros de salud pública.
Asimismo, la titular del Minsal dijo que el fallo no sanciona la circulación de la píldora ni tampoco que los médicos puedan seguir recetándola, sino que sanciona su distribución en los centros asistenciales. "Aquí no se está impugnando ningún registro, ni la venta en las farmacias, por lo cual esto se puede seguir realizando perfectamente. Y tampoco se ha ordenado la destrucción de stock", agregó la ministra a radio Cooperativa.
Desde este foro virtual le decimos a la Señora Presidenta de Chile que no se debe confundir EQUIDAD, de EQUIDAD DE GÉNERO con MORTANDAD de más vidas humanas, para lo cual no se debe mal informar al público chileno sobre el incorrecto uso de esta pastilla abortiva, en detrimento de los miles de nasciturus del pueblo chileno; ya que de seguir manteniendo posturas liberales ultrafeministas como las de la susodicha Presidenta se segurirán vulnerando los DERECHOS FUNDAMENTALES de los NIÑOS POR NACER.
"Lamentamos el fallo porque lo que hace es prohibir la posibilidad de contar con la píldora en los servicios de salud que es donde se atienden las personas más pobres de nuestro país, las mujeres más vulnerables", dijo la Mandataria.
A ello, agregó enfática que "para nosotros esto significa un retroceso en términos de equidad".
Por su parte, y escudándose en que las municipalidades son entidades autónomas, la ministra de Salud, María Soledad Barría, dijo que el fallo del Tribunal Constitucional sólo prohibe la entrega de la "píldora del día después" en los consultorios, por lo que los municipios no estarían impedidos de distribuir el fármaco.
"Los municipios no están incluidos en esta normativa. Sí los consultorios de atención primaria que están incluidos en la red asistencial, pero no los municipios, en tanto entidades autónomas", dijo la ministra. Al mismo tiempo, dijo que el Gobierno acatará el fallo y que ya no se distibuirá la píldora en los centros de salud pública.
Asimismo, la titular del Minsal dijo que el fallo no sanciona la circulación de la píldora ni tampoco que los médicos puedan seguir recetándola, sino que sanciona su distribución en los centros asistenciales. "Aquí no se está impugnando ningún registro, ni la venta en las farmacias, por lo cual esto se puede seguir realizando perfectamente. Y tampoco se ha ordenado la destrucción de stock", agregó la ministra a radio Cooperativa.
Desde este foro virtual le decimos a la Señora Presidenta de Chile que no se debe confundir EQUIDAD, de EQUIDAD DE GÉNERO con MORTANDAD de más vidas humanas, para lo cual no se debe mal informar al público chileno sobre el incorrecto uso de esta pastilla abortiva, en detrimento de los miles de nasciturus del pueblo chileno; ya que de seguir manteniendo posturas liberales ultrafeministas como las de la susodicha Presidenta se segurirán vulnerando los DERECHOS FUNDAMENTALES de los NIÑOS POR NACER.
Bye Bye,Goodybye!!! Sra. Bozzo
Lamentablemente gracias a personajes "kafkianos" como la Señora Bozzo es que la IMAGEN INTERNACIONAL del Perú, muchas veces está por lo suelos gracias al incorrecto proceder de ellos es que mi país es visto como un PAIS SUBDESARROLLADO, LLENO DE GENTE IGNORANTE; MALCRIADA y sobre todo VIOLENTA Y AGRESIVA.
Este es un artículo publicado en el New Herald de Miami, Florida respecto a la muy siempre controversial señora Laura Bozzo Rotondo en el que debemos recordar el perverso enfoque y manipulación psicológica dado a los panelistas del programa en el que la Sra. Laura Bozzo buscaba despertar una compasión barata en el televidente, que no era genuina preocupación por los necesitados, sino simplemente con el fin de llenar los bolsillos de dinero asícomo de alimentar los egos de poder mediático de la señora Bozzo y Cía, porque no es de buenos cristianos hacer este tipo de truculentos actos como el del famoso programa "TODO POR DINERO" en el que uno de los panelistas debía de lamerle las axilas a otro, ya que todo este perverso show constituye una tergiversacion profunda del PRINCIPIO DE AMORA Y DE SOLIDADRIDAD POR EL PRÓJIMO.
El Nuevo Herald
No es por hacer leña del árbol caído, pero hace mucho rato que el programa de Laura Bozzo debía haber salido del aire, como lo ha hecho ahora, por fin, de las pantallas peruanas. El desfile de personajes sin dientes, los relatos de truculentas violaciones, incestos y abusos de menores que se relataban en Laura en acción no sólo afectaron la imagen de Perú sino la de todos los países latinoamericanos.
Aquéllos que puedan sentirse excluidos de esta visión sólo tendrían que haber estado en Europa en el momento que allí trasmitían el programa de la presentadora peruana para apreciar el manto de negatividad que éste lanzaba sobre todos nosotros. En este mundo en que los medios de comunicación tienen tanto poder para exportar una imagen, los circos entre padres e hijos o las peleas a golpes entre miembros de una pareja, que fueron el sello y quizás el atractivo del programa para cierta audiencia, eran vistos como una dinámica de las familias en nuestros países. La violencia que se desplegaba en el estudio de grabación era una explicación facilista a todos los infortunios y problemas que enfrenta la región.
El efecto del estilo agresivo y oportunista de Laura como conductora no sólo se limitó a su programa, sino que obligó a otros espacios televisivos a rebajarse a usar estrategias parecidas para poder competir por los índices de sintonía. Personalidades de la televisión que comenzaron dándole un cariz periodístico y de servicio comunitario a sus programas dieron un giro hacia un producto de baja calidad. El resultado fue el predominio durante más de una década de un tipo de talkshow que se apoyaba en el infortunio, la pobreza y todos los males sociales para triunfar.
La verdad es que la violación, la prostitución, el incesto y la traición existen desde siempre, lo que molesta es la envoltura que se elige para mostrarlos. Los extremos a que llegó Laura fueron realmente insólitos y desagradables. En un episodio de su programa, titulado ¿Qué harías por dinero?, los participantes se rebajaron a lamer las axilas y pies de extraños --para agregarle cicatería a la miseria-- por una ínfima suma.
Algunos podrían defenderla diciendo que, en ciertos reality shows de la televisión en inglés, los competidores llegaron incluso a comerse insectos y roedores. Pero este tipo de programas asumía un tono más bien humorístico. Los participantes no eran presentados como sujetos miserables, extremadamente necesitados, sino como aventureros, que llegaban a cualquier extremo para aparecer en televisión. Muchas veces los ganadores no sólo obtuvieron las grandes sumas que contemplaba originalmente el premio, sino que llegaron a hacerse millonarios con la publicidad y apariciones posteriores.
En cambio, el enfoque dado a los panelistas del programa de Laura buscaba despertar una compasión barata en el televidente, que no era genuina preocupación por los más necesitados. Terminábamos respirando aliviados por no correr tan mala suerte como los invitados de la conductora peruana. Aquellos que, irresponsablemente, nos burlábamos de los invitados desdentados de Laura, no sabíamos que lo hacíamos de nosotros mismos, porque cerrábamos puertas a análisis serios y programas de calidad para la teleaudiencia hispanohablante de Estados Unidos y América Latina.
En cuanto al supuesto montaje de los hechos que se presentan en los programas de Laura --centro de la polémica que con ella ha establecido su compatriota, el escritor y presentador Jaime Bayly--, un espectador medianamente detallista podría confirmar que las historias son fabricadas. Los guionistas no se molestan ni en cambiar los textos. Por ejemplo, cuando una mujer va a narrar un romance fallido con un hombre, la conductora le pregunta: ''¿Cuánto hace que lo conocistes?'' (sic) Entonces, la entrevistada responde: ''Un tiempo'', y lo que sigue repite el mismo patrón: el hombre la enamora, al principio se comporta muy amable con ella y después cambia y se torna abusivo. Cuando le toca el turno al aludido, Laura lo recibe con la frase: ''¡Que pase el maldito desgraciado!'' A todos sus males, el programa suma otro: es profundamente sexista. Muy rara vez se presenta un personaje masculino positivo.
La hipocresía de su postura frente a la violencia es uno de los aspectos más chocantes del programa. Cuando los participantes se enredan a golpes, la presentadora no interviene. Entran los encargados de la seguridad a separarlos, y entonces Laura comenta: ''Violencia no, que no conduce a nada''. Hoy se sabe que el más golpeador es el mejor pagado.
Ya es hora de que el último bastión del programa de Laura, que se trasmite por Telemundo, cierre sus puertas a un producto tan dañino, para que se puedan abrir otras a nuevos espacios de calidad.•
Este es un artículo publicado en el New Herald de Miami, Florida respecto a la muy siempre controversial señora Laura Bozzo Rotondo en el que debemos recordar el perverso enfoque y manipulación psicológica dado a los panelistas del programa en el que la Sra. Laura Bozzo buscaba despertar una compasión barata en el televidente, que no era genuina preocupación por los necesitados, sino simplemente con el fin de llenar los bolsillos de dinero asícomo de alimentar los egos de poder mediático de la señora Bozzo y Cía, porque no es de buenos cristianos hacer este tipo de truculentos actos como el del famoso programa "TODO POR DINERO" en el que uno de los panelistas debía de lamerle las axilas a otro, ya que todo este perverso show constituye una tergiversacion profunda del PRINCIPIO DE AMORA Y DE SOLIDADRIDAD POR EL PRÓJIMO.
El Nuevo Herald
No es por hacer leña del árbol caído, pero hace mucho rato que el programa de Laura Bozzo debía haber salido del aire, como lo ha hecho ahora, por fin, de las pantallas peruanas. El desfile de personajes sin dientes, los relatos de truculentas violaciones, incestos y abusos de menores que se relataban en Laura en acción no sólo afectaron la imagen de Perú sino la de todos los países latinoamericanos.
Aquéllos que puedan sentirse excluidos de esta visión sólo tendrían que haber estado en Europa en el momento que allí trasmitían el programa de la presentadora peruana para apreciar el manto de negatividad que éste lanzaba sobre todos nosotros. En este mundo en que los medios de comunicación tienen tanto poder para exportar una imagen, los circos entre padres e hijos o las peleas a golpes entre miembros de una pareja, que fueron el sello y quizás el atractivo del programa para cierta audiencia, eran vistos como una dinámica de las familias en nuestros países. La violencia que se desplegaba en el estudio de grabación era una explicación facilista a todos los infortunios y problemas que enfrenta la región.
El efecto del estilo agresivo y oportunista de Laura como conductora no sólo se limitó a su programa, sino que obligó a otros espacios televisivos a rebajarse a usar estrategias parecidas para poder competir por los índices de sintonía. Personalidades de la televisión que comenzaron dándole un cariz periodístico y de servicio comunitario a sus programas dieron un giro hacia un producto de baja calidad. El resultado fue el predominio durante más de una década de un tipo de talkshow que se apoyaba en el infortunio, la pobreza y todos los males sociales para triunfar.
La verdad es que la violación, la prostitución, el incesto y la traición existen desde siempre, lo que molesta es la envoltura que se elige para mostrarlos. Los extremos a que llegó Laura fueron realmente insólitos y desagradables. En un episodio de su programa, titulado ¿Qué harías por dinero?, los participantes se rebajaron a lamer las axilas y pies de extraños --para agregarle cicatería a la miseria-- por una ínfima suma.
Algunos podrían defenderla diciendo que, en ciertos reality shows de la televisión en inglés, los competidores llegaron incluso a comerse insectos y roedores. Pero este tipo de programas asumía un tono más bien humorístico. Los participantes no eran presentados como sujetos miserables, extremadamente necesitados, sino como aventureros, que llegaban a cualquier extremo para aparecer en televisión. Muchas veces los ganadores no sólo obtuvieron las grandes sumas que contemplaba originalmente el premio, sino que llegaron a hacerse millonarios con la publicidad y apariciones posteriores.
En cambio, el enfoque dado a los panelistas del programa de Laura buscaba despertar una compasión barata en el televidente, que no era genuina preocupación por los más necesitados. Terminábamos respirando aliviados por no correr tan mala suerte como los invitados de la conductora peruana. Aquellos que, irresponsablemente, nos burlábamos de los invitados desdentados de Laura, no sabíamos que lo hacíamos de nosotros mismos, porque cerrábamos puertas a análisis serios y programas de calidad para la teleaudiencia hispanohablante de Estados Unidos y América Latina.
En cuanto al supuesto montaje de los hechos que se presentan en los programas de Laura --centro de la polémica que con ella ha establecido su compatriota, el escritor y presentador Jaime Bayly--, un espectador medianamente detallista podría confirmar que las historias son fabricadas. Los guionistas no se molestan ni en cambiar los textos. Por ejemplo, cuando una mujer va a narrar un romance fallido con un hombre, la conductora le pregunta: ''¿Cuánto hace que lo conocistes?'' (sic) Entonces, la entrevistada responde: ''Un tiempo'', y lo que sigue repite el mismo patrón: el hombre la enamora, al principio se comporta muy amable con ella y después cambia y se torna abusivo. Cuando le toca el turno al aludido, Laura lo recibe con la frase: ''¡Que pase el maldito desgraciado!'' A todos sus males, el programa suma otro: es profundamente sexista. Muy rara vez se presenta un personaje masculino positivo.
La hipocresía de su postura frente a la violencia es uno de los aspectos más chocantes del programa. Cuando los participantes se enredan a golpes, la presentadora no interviene. Entran los encargados de la seguridad a separarlos, y entonces Laura comenta: ''Violencia no, que no conduce a nada''. Hoy se sabe que el más golpeador es el mejor pagado.
Ya es hora de que el último bastión del programa de Laura, que se trasmite por Telemundo, cierre sus puertas a un producto tan dañino, para que se puedan abrir otras a nuevos espacios de calidad.•
martes, 15 de abril de 2008
VER PARA CREER: LA REVOLUCION CONSTRUCTIVA DEL APRISMO??? MAS SORPRESAS DEL DR GARCÍA HASTA EL 2011 !!!! QUE DIOS NOS COJA CONFESADOS!!!
El nuevo libro del presidente Alan García es interesante por varias razones. Primero, porque no es frecuente que quien ocupa Palacio de Gobierno encuentre tiempo para una actividad tal. Segundo, porque García aborda el casi extinto debate ideológico y lo hace desde una perspectiva que evita la caricatura del panfleto. Tercero, porque le habla a su partido pero exorciza demonios que, más que en los alrededores de Alfonso Ugarte, parecían revolotear en su propia cabeza. Todo indica que el autor salda cuentas propias.
El título dice poco: “La revolución constructiva del aprismo”. El subtítulo arrobado, menos: “Teorí@ y pr@ctic@ de l@ Modernid@d”. El trabajo de 132 páginas no corresponde a tan grande promesa pero sí es una selectiva lectura de la obra de Víctor Raúl Haya de la Torre por parte de uno de sus más aplicados alumnos. Su objetivo es sencillo: demostrar que la doctrina en la cual se basa hoy corresponde a los lineamientos del patriarca. En resumen, Haya era eminentemente un dialéctico que, luego de su producción teórica de los primeros años, enunció, sobre todo entre 1945 y 1975, las justificaciones para tratar con el capital y la inversión privados.
“La historia demuestra que el partido ha sido siempre señalado como derechista por el extremismo comunista”, recuerda García en la sección de palabras iniciales.
Es, en efecto, una pugna casi tan vieja como el APRA. Haya de la Torre se escinde muy temprano del marxismo representado por Mariátegui y desde entonces su partido ocupó el espectro electoral que en otras circunstancias le hubiera correspondido a la izquierda. García reeditó su posición en el tablero por última vez cuando en las elecciones del 2006 se presentó como la alternativa responsable entre Lourdes Flores y Humala.
El libro es un nuevo ejercicio de reivindicación del APRA como partido de izquierda aunque el desafío parezca más formidable en medio de Hugo Chávez, la ley de la selva y los ladridos de perros del hortelano.
AGP LE ACHACA A LA INTERPRETACIÓN EQUIVOCADA de la ideología de Haya buena parte de los graves errores en su primer gobierno. Señala que se dejó avasallar por un enfoque velasquista que, a su vez, los apristas identificaban con el Víctor Raúl de los primeros tiempos. “Fue un grave error porque encerró a la administración aprista en un modelo que no era el suyo y que, en el momento de la crisis de la Deuda Externa y sin inversión privada en las grandes áreas extractivas, demostró su agotamiento, y estalló”.
La autocrítica también es dardo cuando opositores políticos como Ollanta Humala reivindican la figura de Velasco. Ollanta va y él, escaldado por la experiencia, ya está de vuelta.
El inglés John Crabtree, ex corresponsal en Lima de The Guardian y The Economist, coincide y señala que “el primer discurso de Alan García al Congreso, el 26 de julio de 1985, fue una respuesta al ambiente popular que se vivía en el momento. Debido a que de alguna manera fue una declaración aun más radical que el mismo plan de gobierno aprista o inclusive el de la Izquierda Unida” (“Alan García en el Poder”, Peisa, 2005).
García reconoce que su primer gobierno “aplicó una política de reactivación de la misma estructura en crisis, que en los dos primeros años dio resultado y que hubiera debido redefinirse tras cumplir sus primeros propósitos, para frenar la tendencia inflacionista que era continental”. Esa redefinición, añade, debió pasar por la convocatoria al capital y la privatización de algunas áreas, “pero no a favor del monopolio como lo hizo después el fujimorismo, sino para facilitar la inversión y el empleo en condiciones reguladas y de verdadero libre mercado, como Haya reclamaba”.
El episodio de la estatización de la banca es calificado como “una propuesta en la misma línea del modelo militar anterior”, cuando más lógico era “girar a la inversión externa o proceder a una reforma tributaria para gravar las ganancias y ampliar la base tributaria”. García lamenta que la frustrada medida “condujo a un ambiente de confrontación que alejó cualquier intento de inversión y que fue aprovechado por el terrorismo y abrió paso a un gran conflicto periodístico y político que fragilizó al régimen”.
SINESIO LÓPEZ ESCRIBIÓ EN LA REPÚBLICA el domingo 30 que García “trata de explicar (y justificar) sus actuales posiciones conservadoras”. Esto lo hace demostrando “que Haya también (como él) llegó a ser un conservador a través de un largo proceso de maduración intelectual y política”.
La discusión no está exenta de paradojas. Hubo quienes, como el sociólogo Carlos Reyna, atribuyeron en el pasado al actual mandatario “reubicar definitivamente al partido en una posición de centro izquierda... (Y recuperar) el lenguaje marxista original del aprismo” (“La anunciación de Fujimori. Alan García 1985-1990”. Desco, 2000).
Otros estudiosos como Hugo Vallena rebatieron esa hipótesis y sostienen que ya en sus últimos años Haya de la Torre buscaba conectar de nuevo con sus raíces radicales. García se formó en tal proceso. Una de las fotos publicadas en estas páginas, y facilitadas por el despacho del parlamentario andino Wilbert Bendezú, captan el momento del primer discurso del joven dirigente en el Aula Magna en 1972, cuando Luis Alberto Sánchez cumplía 72 años. Haya de la Torre sigue la intervención con atenta mirada. Era ese mismo año cuando, según Vallena, se iniciaba la vuelta a los orígenes del “jefe” con la reedición de El Antiimperialismo y el APRA.
EL DEBATE TAMBIÉN ALCANZA LA POLÍTICA EXTERIOR. El congresista Javier Valle Riestra dijo entrevistado por Perú 21 el domingo último: “Haya habría luchado por la unidad continental, no se habría quedado en una política intrafrontera. El aprismo de hoy es eminentemente nacional. El de Haya habría sido un nacionalismo continental indoamericano, frente a un EE.UU. unido hace 200 años y Europa también unida”.
García dedica unas líneas a la cuestión y así resume su posición frente al actual reparto de poder vecinal y su reciente fobia a las cumbres regionales. “El desarrollo nacional”, explica, “no puede subordinarse por el momento a acuerdos integracionistas que tienen mucho de lírico pero poco de voluntad real. Tiempo llegará en que, con una potencia productiva mayor, los países tengan la decisión para la integración”.
Su bajo perfil continental, mucho más visible entre 1985 y 1990, también se explica en las malas experiencias de la primera vez. García sigue defendiendo la propuesta de reducir el pago de la deuda como “la más llamativa” de entonces. “Al plantearla, el gobierno recogió 4 años de protesta política y acuerdos diplomáticos de los gobiernos de América Latina y dio el paso que otros no se atrevieron a dar. Pero estaba condicionada a la acción continental… No fue así y los países prefirieron aprovechar el temor que la decisión peruana causó entre los bancos para aceptar algunas migajas financieras y en consecuencia vivieron después, como la Argentina y Venezuela, en la mayor crisis financiera”.
A PESAR DEL TALANTE ESTATIZADOR, ¿cuán velasquista fue el primer García? La diferencia no estuvo solamente en la dicotomía democracia-dictadura. Velasco endeudó al país y García intentó sacudirse de ello, aunque con las consecuencias arriba descritas. El general adquirió todo el armamento posible y, como lo recuerda el ex ministro Alberto Vera la Rosa, “nosotros no compramos nada porque no había plata”. Velasco tampoco llegó a confrontarse con el sistema financiero como sí lo hizo AGP.
¿Y ahora qué distingue al García actual de la derecha? “Utilizamos al mercado global y la inversión pero con un objetivo social, con un sentido aprista. Esa es la diferencia. Se fomenta la inversión no con el interés de aumentar las ganancias de un grupo social sino con el propósito de acumular máquinas, tecnología e infraestructura dentro del país para generar más empleo y bienestar”.
Su nueva doctrina será confrontada frente a los resultados que el APRA pueda ofrecer en el 2011. Mientras tanto, así como en la campaña empujó a Flores Nano hacia la derecha, ahora actualiza la ideología de Haya para no ser encajonado en ese nicho por sus rivales. Como él mismo lo definió, el electorado peruano es mayoritariamente “de centro izquierda”. García también aplaca dentro de casa a quienes Ricardo Bueno León, estudioso aprista residente en México, llama “los nuevos doctrinarios, los defensores de la jaula de hierro de la ortodoxia”. Haya, como tantos otros pensadores muertos, también se convirtió en un talismán cuyas partes vuelven a ser armadas según la situación del creyente.
El título dice poco: “La revolución constructiva del aprismo”. El subtítulo arrobado, menos: “Teorí@ y pr@ctic@ de l@ Modernid@d”. El trabajo de 132 páginas no corresponde a tan grande promesa pero sí es una selectiva lectura de la obra de Víctor Raúl Haya de la Torre por parte de uno de sus más aplicados alumnos. Su objetivo es sencillo: demostrar que la doctrina en la cual se basa hoy corresponde a los lineamientos del patriarca. En resumen, Haya era eminentemente un dialéctico que, luego de su producción teórica de los primeros años, enunció, sobre todo entre 1945 y 1975, las justificaciones para tratar con el capital y la inversión privados.
“La historia demuestra que el partido ha sido siempre señalado como derechista por el extremismo comunista”, recuerda García en la sección de palabras iniciales.
Es, en efecto, una pugna casi tan vieja como el APRA. Haya de la Torre se escinde muy temprano del marxismo representado por Mariátegui y desde entonces su partido ocupó el espectro electoral que en otras circunstancias le hubiera correspondido a la izquierda. García reeditó su posición en el tablero por última vez cuando en las elecciones del 2006 se presentó como la alternativa responsable entre Lourdes Flores y Humala.
El libro es un nuevo ejercicio de reivindicación del APRA como partido de izquierda aunque el desafío parezca más formidable en medio de Hugo Chávez, la ley de la selva y los ladridos de perros del hortelano.
AGP LE ACHACA A LA INTERPRETACIÓN EQUIVOCADA de la ideología de Haya buena parte de los graves errores en su primer gobierno. Señala que se dejó avasallar por un enfoque velasquista que, a su vez, los apristas identificaban con el Víctor Raúl de los primeros tiempos. “Fue un grave error porque encerró a la administración aprista en un modelo que no era el suyo y que, en el momento de la crisis de la Deuda Externa y sin inversión privada en las grandes áreas extractivas, demostró su agotamiento, y estalló”.
La autocrítica también es dardo cuando opositores políticos como Ollanta Humala reivindican la figura de Velasco. Ollanta va y él, escaldado por la experiencia, ya está de vuelta.
El inglés John Crabtree, ex corresponsal en Lima de The Guardian y The Economist, coincide y señala que “el primer discurso de Alan García al Congreso, el 26 de julio de 1985, fue una respuesta al ambiente popular que se vivía en el momento. Debido a que de alguna manera fue una declaración aun más radical que el mismo plan de gobierno aprista o inclusive el de la Izquierda Unida” (“Alan García en el Poder”, Peisa, 2005).
García reconoce que su primer gobierno “aplicó una política de reactivación de la misma estructura en crisis, que en los dos primeros años dio resultado y que hubiera debido redefinirse tras cumplir sus primeros propósitos, para frenar la tendencia inflacionista que era continental”. Esa redefinición, añade, debió pasar por la convocatoria al capital y la privatización de algunas áreas, “pero no a favor del monopolio como lo hizo después el fujimorismo, sino para facilitar la inversión y el empleo en condiciones reguladas y de verdadero libre mercado, como Haya reclamaba”.
El episodio de la estatización de la banca es calificado como “una propuesta en la misma línea del modelo militar anterior”, cuando más lógico era “girar a la inversión externa o proceder a una reforma tributaria para gravar las ganancias y ampliar la base tributaria”. García lamenta que la frustrada medida “condujo a un ambiente de confrontación que alejó cualquier intento de inversión y que fue aprovechado por el terrorismo y abrió paso a un gran conflicto periodístico y político que fragilizó al régimen”.
SINESIO LÓPEZ ESCRIBIÓ EN LA REPÚBLICA el domingo 30 que García “trata de explicar (y justificar) sus actuales posiciones conservadoras”. Esto lo hace demostrando “que Haya también (como él) llegó a ser un conservador a través de un largo proceso de maduración intelectual y política”.
La discusión no está exenta de paradojas. Hubo quienes, como el sociólogo Carlos Reyna, atribuyeron en el pasado al actual mandatario “reubicar definitivamente al partido en una posición de centro izquierda... (Y recuperar) el lenguaje marxista original del aprismo” (“La anunciación de Fujimori. Alan García 1985-1990”. Desco, 2000).
Otros estudiosos como Hugo Vallena rebatieron esa hipótesis y sostienen que ya en sus últimos años Haya de la Torre buscaba conectar de nuevo con sus raíces radicales. García se formó en tal proceso. Una de las fotos publicadas en estas páginas, y facilitadas por el despacho del parlamentario andino Wilbert Bendezú, captan el momento del primer discurso del joven dirigente en el Aula Magna en 1972, cuando Luis Alberto Sánchez cumplía 72 años. Haya de la Torre sigue la intervención con atenta mirada. Era ese mismo año cuando, según Vallena, se iniciaba la vuelta a los orígenes del “jefe” con la reedición de El Antiimperialismo y el APRA.
EL DEBATE TAMBIÉN ALCANZA LA POLÍTICA EXTERIOR. El congresista Javier Valle Riestra dijo entrevistado por Perú 21 el domingo último: “Haya habría luchado por la unidad continental, no se habría quedado en una política intrafrontera. El aprismo de hoy es eminentemente nacional. El de Haya habría sido un nacionalismo continental indoamericano, frente a un EE.UU. unido hace 200 años y Europa también unida”.
García dedica unas líneas a la cuestión y así resume su posición frente al actual reparto de poder vecinal y su reciente fobia a las cumbres regionales. “El desarrollo nacional”, explica, “no puede subordinarse por el momento a acuerdos integracionistas que tienen mucho de lírico pero poco de voluntad real. Tiempo llegará en que, con una potencia productiva mayor, los países tengan la decisión para la integración”.
Su bajo perfil continental, mucho más visible entre 1985 y 1990, también se explica en las malas experiencias de la primera vez. García sigue defendiendo la propuesta de reducir el pago de la deuda como “la más llamativa” de entonces. “Al plantearla, el gobierno recogió 4 años de protesta política y acuerdos diplomáticos de los gobiernos de América Latina y dio el paso que otros no se atrevieron a dar. Pero estaba condicionada a la acción continental… No fue así y los países prefirieron aprovechar el temor que la decisión peruana causó entre los bancos para aceptar algunas migajas financieras y en consecuencia vivieron después, como la Argentina y Venezuela, en la mayor crisis financiera”.
A PESAR DEL TALANTE ESTATIZADOR, ¿cuán velasquista fue el primer García? La diferencia no estuvo solamente en la dicotomía democracia-dictadura. Velasco endeudó al país y García intentó sacudirse de ello, aunque con las consecuencias arriba descritas. El general adquirió todo el armamento posible y, como lo recuerda el ex ministro Alberto Vera la Rosa, “nosotros no compramos nada porque no había plata”. Velasco tampoco llegó a confrontarse con el sistema financiero como sí lo hizo AGP.
¿Y ahora qué distingue al García actual de la derecha? “Utilizamos al mercado global y la inversión pero con un objetivo social, con un sentido aprista. Esa es la diferencia. Se fomenta la inversión no con el interés de aumentar las ganancias de un grupo social sino con el propósito de acumular máquinas, tecnología e infraestructura dentro del país para generar más empleo y bienestar”.
Su nueva doctrina será confrontada frente a los resultados que el APRA pueda ofrecer en el 2011. Mientras tanto, así como en la campaña empujó a Flores Nano hacia la derecha, ahora actualiza la ideología de Haya para no ser encajonado en ese nicho por sus rivales. Como él mismo lo definió, el electorado peruano es mayoritariamente “de centro izquierda”. García también aplaca dentro de casa a quienes Ricardo Bueno León, estudioso aprista residente en México, llama “los nuevos doctrinarios, los defensores de la jaula de hierro de la ortodoxia”. Haya, como tantos otros pensadores muertos, también se convirtió en un talismán cuyas partes vuelven a ser armadas según la situación del creyente.
JOVENES POR LA VIDA DE ARGENTINA LANZA NUEVO SITIO WEB A FAVOR DE LA VIDA
La Asociación Jóvenes por la Vida (AJPV) de Argentina lanzó su nuevo sitio web:http://www.jovenesporlavida.com.ar/ con el que buscan ayudar a "generar un cambio en nuestros jóvenes que son el futuro de las familias argentinas y de nuestro país", sobre todo en temas pro-vida.
ACIPRENSA.- En el sitio se puede encontrar "material relativo a la defensa de la vida" en "forma integral...desde el mismo instante de la concepción hasta la muerte natural", indica la AJPV. "Súmate a nuestra institución y participa activamente", invitan desde el colectivo.
La Asociación Jóvenes por la Vida es una "organización civil sin fines de lucro", inscrita como "entidad de Bien Público ante las oficinas municipales correspondientes" que "trabaja en forma de red con instituciones, movimientos y personas que velan en pos de la defensa integral de la vida humana desde la concepción hasta la muerte natural", señalaron.
AJPV inició sus actividades tras el Primer Encuentro de Jóvenes por la Vida que se realizó llevó en Los Hornos, La Plata en octubre del 2003, reuniendo a más de mil jóvenes argentinos en una importante marcha.
ACIPRENSA.- En el sitio se puede encontrar "material relativo a la defensa de la vida" en "forma integral...desde el mismo instante de la concepción hasta la muerte natural", indica la AJPV. "Súmate a nuestra institución y participa activamente", invitan desde el colectivo.
La Asociación Jóvenes por la Vida es una "organización civil sin fines de lucro", inscrita como "entidad de Bien Público ante las oficinas municipales correspondientes" que "trabaja en forma de red con instituciones, movimientos y personas que velan en pos de la defensa integral de la vida humana desde la concepción hasta la muerte natural", señalaron.
AJPV inició sus actividades tras el Primer Encuentro de Jóvenes por la Vida que se realizó llevó en Los Hornos, La Plata en octubre del 2003, reuniendo a más de mil jóvenes argentinos en una importante marcha.
domingo, 13 de abril de 2008
Agenda feminista
A continuación un video que muestra la agenda feminista y liberal que algunos pocos quieren imponerle a la sociedad.
Se trata de imágenes fuertes que pueden herir sensibilidades. Pero es la verdad, pura y dura. Abstenerse los menores de edad.
El aborto, señores, es un asesinato. No hay vuelta que darle. No se trata de las mujeres, ni de sus derechos. No se trata de opciones ni esnobismos intelectuales. Se trata de una vida. De un niño que debe nacer y ser amado.
Elevemos una oración por las víctimas de este holocausto moderno.
Gracias, feministas. Gracias "liberales". Muchas gracias en nombre de los asesinados.
Se trata de imágenes fuertes que pueden herir sensibilidades. Pero es la verdad, pura y dura. Abstenerse los menores de edad.
El aborto, señores, es un asesinato. No hay vuelta que darle. No se trata de las mujeres, ni de sus derechos. No se trata de opciones ni esnobismos intelectuales. Se trata de una vida. De un niño que debe nacer y ser amado.
Elevemos una oración por las víctimas de este holocausto moderno.
Gracias, feministas. Gracias "liberales". Muchas gracias en nombre de los asesinados.
lunes, 7 de abril de 2008
EL CHOLO ATACA NUEVAMENTE
El ex presidente Alejandro Toledo advirtió que si los beneficios del crecimiento económico actual no ayudan a reducir los niveles de pobreza en el país, "podemos tener revueltas en las calles".
"Si la economía sigue creciendo y si logran controlar la inflación, pero los beneficios del crecimiento no llegan a reducir los niveles de pobreza, podemos tener revueltas en las calles. Un desencanto de la democracia y se puede caer en la tentación de la búsqueda del autoritarismo", advirtió.
Asimismo, pidió que los beneficios obtenidos por las empresas, debido a la estabilidad de la economía peruana y la obtención del grado de inversión, también se comparta con los trabajadores.
Toledo también felicitó al Gobierno por lograr la categoría de grado de inversión, lo cual reducirá las tasas de interés para invertir y los costos para invertir en el Perú.
Finalmente, informó que el 25 de abril regresará a Lima para participar en el Segundo Encuentro de la Construcción de la Agenda Social de América Latina para los próximos 20 años, en la que participarán ex presidentes y funcionarios extranjeros.
"Si la economía sigue creciendo y si logran controlar la inflación, pero los beneficios del crecimiento no llegan a reducir los niveles de pobreza, podemos tener revueltas en las calles. Un desencanto de la democracia y se puede caer en la tentación de la búsqueda del autoritarismo", advirtió.
Asimismo, pidió que los beneficios obtenidos por las empresas, debido a la estabilidad de la economía peruana y la obtención del grado de inversión, también se comparta con los trabajadores.
Toledo también felicitó al Gobierno por lograr la categoría de grado de inversión, lo cual reducirá las tasas de interés para invertir y los costos para invertir en el Perú.
Finalmente, informó que el 25 de abril regresará a Lima para participar en el Segundo Encuentro de la Construcción de la Agenda Social de América Latina para los próximos 20 años, en la que participarán ex presidentes y funcionarios extranjeros.
martes, 1 de abril de 2008
EL SUCESOR DEL PROTOCOLO DE KIOTO
Este es un artículo publicado en el International Herald Tribune del The New York Times Syndicate, que nos pareció sumamamente interesante de poder compartirlo con todos ustedes:
Las negociaciones, que finalizan en 2009, son apenas la antesala de lo que se espera sea un acuerdo planetario para frenar el calentamiento. Todas las miradas están puestas en EEUU, cuyos candidatos a la Casa Blanca han jurado que esta vez sí adherirán al nuevo protocolo.
Representantes de más de 160 países iniciaron ayer en Bangkok, Tailandia, negociaciones formales en torno de un tratado para mitigar el cambio climático. El secretario general de Naciones Unidas Ban Kimoon instó a los gobiernos a ayudar a "salvar al planeta".
Las conversaciones, programadas para concluir a fines de 2009, se producen tres meses después de una enconada reunión en Indonesia que dejó de manifiesto profundas fisuras en las formas en que los países planean combatir el calentamiento global. "Salvar a nuestro planeta exige de ustedes ser ambiciosos en vuestras metas e, igualmente, en lo fuerte que trabajen para lograrlas", dijo Ban a los delegados en un mensaje pregrabado en video. No se esperan mayores novedades en el encuentro de una semana de duración en Bang- kok, donde se busca establecer una agenda para una serie de sesiones posteriores.
Uno de los principales desafíos para los negociadores durante los próximos 21 meses será el de reincorporar a Estados Unidos en un sistema global de reducción de emisiones. Estados Unidos firmaron pero nunca ratificaron el Protocolo de Kioto, el acuerdo de 1979 que compromete a los países ricos a disminuciones específicas de los gases invernadero.
Reemplazante
El nuevo tratado reemplazaría al Protocolo de Kioto, a pesar de que se mantendrían algunas de sus estipulaciones. Angela Anderson, directora del programa de calentamiento global del Pew Charitable Trusts, organización no partidaria estadounidense, dijo que los negociadores estaban observando de cerca la campaña presidencial de Estados Unidos en busca de señales de futuros cambios en la política estadounidense sobre cambio climático. "Tenemos tres candidatos presidenciales, todos los cuales han dicho que retomarán negociaciones sobre el clima", dijo Anderson. "Definitivamente habrá una nueva voz en Estados Unidos".
La elección presidencial estadounidense se producirá en plenas negociaciones y muchos creen aquí que ello diferirá las decisiones cruciales hasta que asuma un nuevo Mandatario. El público estadounidense parece también estar ahora más consciente del tema del calentamiento global que al comienzo de la administración Bush. Según informes de prensa, Al Gore, ex vicepresidente de Estados Unidos y Premio Nobel por su activismo ambientalista, iniciará una campaña de publicidad de 300 millones de dólares para alentar a sus conciudadanos a presionar por reducciones agresivas en las emisiones de gases invernadero.
Pero Estados Unidos en ningún caso es el único obstáculo potencial a un tratado climático global. Los países están en desacuerdo respecto del papel que deben jugar las naciones ricas y pobres en la reducción de las emisiones. E incluso entre los países ricos hay significativas discordancias. La semana pasada, el viceministro de Comercio de Japón, Takao Kitabata, dijo que el método empleado en el Protocolo de Kioto para medir los cortes en los gases invernadero fue "extremadamente injusto". Los Estados discrepan también en hasta dónde compensar a los países en desarrollo por sus esfuerzos en reducir el calentamiento global. El acuerdo alcanzado en la isla indonesia de Bali en diciembre llamó a los países ricos a ayudar a financiar tecnologías más limpias y alternativas de combustibles no fósiles en los países en desarrollo.
Las negociaciones, que finalizan en 2009, son apenas la antesala de lo que se espera sea un acuerdo planetario para frenar el calentamiento. Todas las miradas están puestas en EEUU, cuyos candidatos a la Casa Blanca han jurado que esta vez sí adherirán al nuevo protocolo.
Representantes de más de 160 países iniciaron ayer en Bangkok, Tailandia, negociaciones formales en torno de un tratado para mitigar el cambio climático. El secretario general de Naciones Unidas Ban Kimoon instó a los gobiernos a ayudar a "salvar al planeta".
Las conversaciones, programadas para concluir a fines de 2009, se producen tres meses después de una enconada reunión en Indonesia que dejó de manifiesto profundas fisuras en las formas en que los países planean combatir el calentamiento global. "Salvar a nuestro planeta exige de ustedes ser ambiciosos en vuestras metas e, igualmente, en lo fuerte que trabajen para lograrlas", dijo Ban a los delegados en un mensaje pregrabado en video. No se esperan mayores novedades en el encuentro de una semana de duración en Bang- kok, donde se busca establecer una agenda para una serie de sesiones posteriores.
Uno de los principales desafíos para los negociadores durante los próximos 21 meses será el de reincorporar a Estados Unidos en un sistema global de reducción de emisiones. Estados Unidos firmaron pero nunca ratificaron el Protocolo de Kioto, el acuerdo de 1979 que compromete a los países ricos a disminuciones específicas de los gases invernadero.
Reemplazante
El nuevo tratado reemplazaría al Protocolo de Kioto, a pesar de que se mantendrían algunas de sus estipulaciones. Angela Anderson, directora del programa de calentamiento global del Pew Charitable Trusts, organización no partidaria estadounidense, dijo que los negociadores estaban observando de cerca la campaña presidencial de Estados Unidos en busca de señales de futuros cambios en la política estadounidense sobre cambio climático. "Tenemos tres candidatos presidenciales, todos los cuales han dicho que retomarán negociaciones sobre el clima", dijo Anderson. "Definitivamente habrá una nueva voz en Estados Unidos".
La elección presidencial estadounidense se producirá en plenas negociaciones y muchos creen aquí que ello diferirá las decisiones cruciales hasta que asuma un nuevo Mandatario. El público estadounidense parece también estar ahora más consciente del tema del calentamiento global que al comienzo de la administración Bush. Según informes de prensa, Al Gore, ex vicepresidente de Estados Unidos y Premio Nobel por su activismo ambientalista, iniciará una campaña de publicidad de 300 millones de dólares para alentar a sus conciudadanos a presionar por reducciones agresivas en las emisiones de gases invernadero.
Pero Estados Unidos en ningún caso es el único obstáculo potencial a un tratado climático global. Los países están en desacuerdo respecto del papel que deben jugar las naciones ricas y pobres en la reducción de las emisiones. E incluso entre los países ricos hay significativas discordancias. La semana pasada, el viceministro de Comercio de Japón, Takao Kitabata, dijo que el método empleado en el Protocolo de Kioto para medir los cortes en los gases invernadero fue "extremadamente injusto". Los Estados discrepan también en hasta dónde compensar a los países en desarrollo por sus esfuerzos en reducir el calentamiento global. El acuerdo alcanzado en la isla indonesia de Bali en diciembre llamó a los países ricos a ayudar a financiar tecnologías más limpias y alternativas de combustibles no fósiles en los países en desarrollo.
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