El amor hace girar el mundo. Permite que tu amor contribuya a la curación universal”
Louise L. Hay
Somos el producto de la herencia Científica Occidental, aunque usted no lo crea, pues, el modo en que hemos aprendido a pensar se basa en modelos científicos utilizados por la física para describir el Universo material. Una de las bases de este método científico consiste en hallar la concordancia entre las pruebas matemáticas y experimentales, si no se logra, el físico buscara otra teoría, hasta que dichas pruebas, expliquen una serie de fenómenos. Esto convierte al método científico occidental, en una herramienta poderosa en su uso práctico, como el uso de la electricidad y la utilización de los fenómenos subatómicos en medicina.
A medida que progresan nuestros conocimientos, se descubren nuevos fenómenos. Muchas veces, no se pueden describir, mediante las teorías que se manejaron antes, entonces se elaboran nuevas teorías, más amplias, basadas en todo el conocimiento acumulado con anterioridad; se proyectan y llevan a la practica nuevos experimentos, hasta que se encuentra la concordancia entre la experimentación y la nueva teoría, como leyes físicas. Este proceso de encontrar nuevas formas para describir fenómenos nuevos, amplía nuestros puntos de vista, lo cual constituye un reto para nuestra limitada concepción habitual sobre la realidad física y nos demuestra el punto de vista científico que apoya la idea de que estamos compuestos por campos energéticos y va de hecho, mucho más allá, es decir, nos conduce a una visión holográfica del Universo.
En este Universo, todas las cosas están interconectadas correspondiendo a una experiencia holística de la realidad, de modo que cuando las religiones orientales empiezan a ejercer mayor influjo en nuestra cultura, gran parte de nuestros principios de autodefinición entran en crisis, pues, se basaban en la física de siglos atrás, por ejemplo, me refiero a nuestra insistencia en considerarnos objetos sólidos. Esta definición la sostuvo Isaac Newton, a fines del siglo XVII y principios del XVIII.
La física Newtoniana se extendió en el siglo XIX, para describir un Universo compuesto por bloques denominados átomos, estaban formados por objetos sólidos: un núcleo de protones y neutrones, con los electrones girando en torno a dicho núcleo, en forma parecida al movimiento de la tierra alrededor del sol. La mecánica Newtoniana describió los movimientos de los planetas, las máquinas mecánicas y los fluidos en movimiento continuo. El éxito del modelo mecanicista llevó a pensar a los físicos del siglo XIX que en realidad el universo era un enorme sistema mecánico, que funcionaba de acuerdo a las leyes Newtonianas del movimiento. Se consideraban, como las leyes básicas de la naturaleza y la mecánica Newtoniana, como la teoría definitiva de los fenómenos naturales.
Se consideraba que todas las relaciones físicas tenían una causa física, como las bolas que chocan sobre una mesa de billar. Todavía no se conocían las interacciones energía-materia, como sucede cuando la radio interpreta música, en respuesta a ondas invisibles, tampoco se le ocurrió a nadie, que el propio experimentador puede alterar los resultados.
Gran parte de nuestra vida se sigue rigiendo por la mecánica Newtoniana, sentimos nuestros cuerpos de modo mecánico, la mayoría de nosotros tenemos relojes y nos apresuramos en nuestras vidas, esforzándonos por llegar a tiempo. A principios del siglo XIX se descubrieron nuevos fenómenos que no se podrían describir, mediante la física Newtoniana. El descubrimiento y la investigación de los fenómenos electromagnéticos condujeron al concepto de campo. Se definió, como la condición en el espacio, que tiene potencial para producir una fuerza, luego Michael Faraday y James Clerk Maxwell consideraron mas apropiado, utilizar el concepto de campo, afirmando que cada carga crea una “alteración” o una “condición” en el espacio circundante de manera que la otra carga, cuando esta presente, siente una fuerza, como el concepto de Universo lleno de campos, que crean fuerzas mutuamente interactivos.
Se contaba por fin, con un marco científico, en el que se podría empezar a explicar nuestra capacidad para afectarnos mutuamente, a distancia, por medios que no sean la palabra o la vista. Todos hemos pasado por la experiencia de descolgar el teléfono y saber quien nos llama, antes que empiece hablar. Las madres, suelen saber cuando sus hijos tienen problemas, (intuición) y gracias a estos nuevos conceptos, en los últimos años, la mayoría de nosotros hemos empezado a usarlos.
Estamos comenzando a admitir que estamos formados por campos y lo notamos cuando entramos a una habitación oscura y existen otras personas. Hablamos de buenas y malas vibraciones, de enviar energía a otros, o de leer los pensamientos de terceros. Sabemos si nos gusta o disgusta alguien, si nos llevaremos bien, o si chocaremos con ella. Este saber se puede explicar por la presencia o ausencia de armonía en nuestras interacciones de campos .Por lo tanto eres energía y debes aprender a usarla. Entonces:
¡Qué la fuerza positiva este contigo!
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1 comentario:
Dios mío, Dr. Vill.
Si va a continuar con su política de plagio, por favor deje de copiar sandeces, como la ue ahora extrae del libelo New Age y pagano "Manos que curan" de Bárbara Ann Brennan.
Estas idolatrías al hombre son patéticas, casi tanto como el plagio... Claro, si no ha leido el libro, y ha plagiado de algún blog ignorante de por ahí, también debería citarlo.
Vergonzoso.
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