lunes, 16 de julio de 2007

Presidente electo de Francia, Nicolás Sarkozy quiere refundar la V República Francesa

Actualizar, modernizar, adaptar. Nicolas Sarkozy expuso el jueves sus ideas para refundar la V República con la determinación de que el equilibrio institucional instaurado por el general Charles de Gaulle permanezca inalterable. La ruptura del Presidente francés se quedará aquí, pues, en una mera revisión, prudente y calculada. Escogió un lugar evocador en la historia del gaullismo, Épinal, para proponer la reforma de las instituciones francesas, uno de los grandes proyectos de su mandato.
Fue en esta población donde el general De Gaulle pronunció, el 29 de septiembre de 1946, su famoso discurso contra el proyecto de Constitución de la IV República, en el que definió los grandes trazos del régimen que acabaría finalmente instaurando en 1958 y que ha perdurado sin apenas cambios hasta hoy.
Nicolas Sarkozy reivindicó la herencia del general. “Yo quiero inscribirme en esta tradición gaullista que ha dado a Francia las mejores instituciones que ha tenido nunca”, dijo y defendió la necesidad de un poder fuerte como el concebido por De Gaulle. “Un régimen débil, en un momento dado, acaba conduciendo a un régimen demasiado fuerte, un Estado débil es lo más peligroso para la libertad”, afirmó.
“No añadiré incertidumbres institucionales a la desorientación de la sociedad francesa, no cambiaré los equilibrios institucionales, no pasaré la página de la V República”, remarcó Sarkozy, que limitó así el alcance de su propuesta.
Francia, dijo, mantendrá la singularidad de su régimen político, sin decantarse hacia un modelo parlamentarista como el europeo ni presidencialista como el norteamericano.
“Francia no está preparada para un régimen presidencial”, señaló el Jefe de Estado francés, pese a que su estilo de gobernar contradice esta percepción. No obstante, objetó, cambios habrá de haber. “El mundo ha cambiado y nuestras instituciones deben adaptarse a la democracia del siglo XXI”, aseguró.
GUIÑO Y PROPUESTAS
Para abordar esta revisión, que tiene todos los rasgos de una auténtica refundación, Sarkozy anunció solemnemente la creación -por otra parte, ya conocida de todo el mundo- de un comité de expertos que deberá emitir una propuesta detallada al respecto antes del 1 de noviembre (también aquí, el ciclón Sarkozy está decidido a no dar tregua), para después proponer una reforma de la Constitución.
El comité, presidido por el ex Primer Ministro Edouard Balladur, uno de sus mentores políticos, estará integrado por entre 12 y 15 políticos, juristas e intelectuales de diversa procedencia e ideología, fiel a su idea de la apertura.
“Hablaré con los partidos, pero no he querido que los partidos nombren representantes en este comité, quiero que sus miembros se expresen con libertad e independencia”, explicó el Presidente francés en respuesta a la posición adoptada por el opositor Partido Socialista, cuya amenaza de suspender a todos aquellos que decidan participar a título individual en comités o comisiones gubernamentales de este tipo precipitó el abandono de Jack Lang de los órganos de dirección del PS.
Nicolas Sarkozy tuvo palabras especialmente elogiosas para el ex ministro socialista de Cultura. “Quiero aquí rendir homenaje a su sentido del interés general y a su apertura de miras, así como manifestarle mi respeto y estima, especialmente ahora que su familia política se lo niega”, declaró el gobernante centroderechista entre fuertes aplausos.
Jack Lang no ha respondido todavía a su invitación. Pero nadie duda, después de su ruptura pública con el primer secretario del PS, François Hollande, de que su respuesta será positiva.
Sarkozy, sin pretender ser exhaustivo y - sobre todo- intentado no dar ya los deberes hechos al futuro comité, como le había aconsejado Balladur, apuntó algunos de los ámbitos por donde la reforma debería avanzar.
En primer lugar, el propio papel del Presidente de la República, para el que quiere vincular poder y responsabilidad, algo que ahora es todo menos evidente. “Yo soy responsable y si esto va mal yo explicaré por qué”, dijo gráficamente.
De todos modos, elegido como es por sufragio universal directo, el Presidente en última instancia sólo debe responder ante los electores. Así que la propuesta de Sarkozy o deja de ser un tanto formal: que el Mandatario pueda comparecer y rendir cuentas una vez al año ante el Parlamento, aunque sin ningún voto de por medio.
La posible limitación de mandatos consecutivos del Presidente -“yo estoy aquí para actuar, no para durar”, subrayó- y el control parlamentario del presupuesto de la presidencia son otras dos ideas sugeridas por Sarkozy.
Entre sus propuestas incluyó asimismo el establecimiento de un estatuto de la oposición, la obligación de que algunos de los altos cargos nombrados por el presidente deban recibir el aval del Parlamento y la posibilidad de introducir “alguna dosis” de proporcionalidad en la Asamblea Nacional para mejorar la representación de las minorías (aunque sin cuestionar el sistema electoral mayoritario).
También planteó abordar el papel de la justicia -un poder sometido actualmente al Presidente-, el del Senado y el del propio Primer Ministro. “No quiero ningún tabú”, zanjó.

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